Brandon Ingram llegó a los Lakers con bombos y platillos, pues muchos consideraban que tenía el talento suficiente como para convertirse en el próximo Kevin Durant o, al menos, ser un anotador vertiginoso.
Durante sus primeros años en Los Ángeles, Ingram tuvo un desempeño decepcionante y plagado por las lesiones, aunado a un equipo con muchos problemas para generar ofensiva y ganar partidos.
Es por eso que, casi sin dudarlo, los Lakers decidieron enviarlo a los New Orleans Pelicans en el traspaso que les consiguió a Anthony Davis. Ahí, Ingram ha revivido su carrera y desmotrado chispazos de grandeza en el primer pasaje de la temporada.
Por eso, cuando le preguntaron acerca de la diferencia entre franquicias y su experiencia en Los Ángeles, el joven alero dejó todo claro con una frase muy clara: ‘algunas veces perdía la alegría’:
“Algunas veces perdía la alegría. La perdía porque sentía que podía hacer más en la cancha. Sentía que podía ayudar más. Sentía que podía haber estado más involucrado en la ofensiva, creo que pude haber sido utilizado mejor”, declaró Ingram a Bleacher Report.
Ingram no se benefició de compartir el tabloncillo con LeBron James y se vio cada vez más marginado de la ofensiva con el surgimiento de Kyle Kuzma, por lo que el traspaso fue casi una bendición para él.
En lo que va de campaña, el joven de 22 años ha dejado promedios de 25.5 puntos, 7.4 rebotes, 4.0 asistencias y 1.1 bloqueos por partido en 48% de campo y 41% de triple, y es el principal candidato al Jugador de Mayor Progreso del Año.