Su familia lo crió, lo educó y lo transformó en persona. Ricardo Centurión llegó a Racing de muy chico y logró desarrollar sus primeras armas en el fútbol. 

Él, como todo hombre, tuvo un amor platónico desde chico. Soñó con ella, de quien estaba enamorado también su padre. 

Después de aprender un poco de la vida, la conquistó. En 2016, el Wachiturro cumplió el sueño de su vida de jugar en Boca. "Estoy feliz", se lo pudo escuchar decir en esos días. 

Se fue a vivir con ella, pero la convivencia fue más difícil de lo que pensó. Hubo peleas, escándalos y la relación pasó a ser enfermiza. 

Se tuvo que ir del lugar que alquiló porque ya no se podía vivir más ahí y volvió a su casa, junto a su familia, la que siempre le perdonó todo. 

"La verdad que estoy muy contento porque vuelvo a casa. Estoy muy ansioso por volver a entrenar. Muy contento por esta nueva oportunidad en casa", dijo hoy Centurión en su llegada al país.

Volvió al lugar que lo vio nacer, volvió a Racing. Su corazón sigue amando a Boca, pero la familia es la familia.