Estaba todo listo en el Estadio Centenario para volver a vivir la fiesta grande del fútbol uruguayo: Nacional-Peñarol. Graves hechos de violencia de la parcialidad “Manya” antes del inicio del partido obligaron a la suspensión del mismo por falta de garantías de seguridad. Un hecho lamentable que vuelve a clavar la daga en el corazón del fútbol Sudamericano.
$bp(“Brid_80349036”, {“id”:”6126″,”width”:”100%”,”height”:”400″,”video”:”81276″});
Las tapas de los diarios deportivos de Uruguay hoy deberían hablar de una nueva victoria o empate en uno de los clásicos más antiguos del mundo, pero la violencia ocupará ese lugar. Era la decimotercera fecha del Campeonato Especial uruguayo 2016 y el Centenario era el marco ideal para un gran partido. Sin embargo, un operativo policial superior a los 1,000 efectivos no pudo contener los desmanes de la parcialidad de Peñarol.
Delincuentes que se esconden detrás de una inocente camiseta saquearon los puestos de comida del estadio, agredieron a los porteros y se enfrentaron con la policía dentro y fuera del estadio. Cuando parecía que la situación no podía ponerse peor, robaron una garrafa de gas y la arrojaron desde las alturas de la tribuna Amsterdam sobre los policías en la calle.
Inmediatamente se reunieron los directivos de ambos equipos y decretaron la suspensión del partido. “No están dadas las garantías de seguridad por la situación que se está dando en la Ámsterdam y el ingreso y su evacuación traería muchos heridos” declaró Mario Layera, director de la Policía Nacional. Juan Pedro Damiani, presidente de Peñarol expresó su pesar y sugirió que el partido se juegue a puertas cerradas.
La atmósfera del clásico estaba encendida desde Septiembre, cuando “hinchas” de Nacional mataron a balazos a un simpatizante de Peñarol de 21 años. “Estoy muy triste, estamos matando al fútbol” dijo por último el presidente del club aurinegro.