Ya son siete las eliminaciones del Barcelona en Champions League durante la última década en las que el crack no figuró, cargándolo de una responsabilidad ambigua que puede ser tanto suya como de sus compañeros.
¿Quién tiene mayor grado de culpa? El hecho de que Lionel Messi no haya estado ni cerca de su nivel en cada traspié culé por Copa de Campeones es un factor para achacarle a él, pero tal vez más aún a un equipo excesivamente dependiente de sus virtudes, que se ha mostrado incapaz en reiteradas ocasiones en las que su mejor jugador desapareció del campo.
Ya son siete las eliminaciones del Barcelona en Champions League durante la última década en las que el argentino mostró un nivel muy por debajo de su categoría, sin goles en 1442 minutos disputados y con apenas una asistencia. Liverpool en 2007, Manchester United en 2008, Inter en 2010, Chelsea en 2012, donde el crack falló un penal, Bayern Munich en 2013 y Atlético Madrid por partida doble, en 2014 y en la frustración más reciente. Visto así, el dato es demoledor para el crack.
Sin embargo, Barcelona fue campeón en los inicios de La Pulga en 2006, y ya con el crack como máxima figura en las ediciones de 2009, 2011 y 2015; que siempre lo han mostrado en un nivel superlativo, cargándose al hombro al equipo en momentos claves y siendo, tal vez, el mejor jugador en cada una de esas consagraciones. Entonces, el dato se vuelve contra un grupo de futbolistas que parece sentirse indefenso ante la ausencia, física o futbolística, del argentino.
Los defensores a ultranza de Lionel Messi dirán que peste nunca juega mal, aunque el partido del miércoles ante el Atlético es capaz de refutar de inmediato esa teoría. Pero jugar mal también es un derecho, le pese a quien le pese, que le da a los astros esa categoría de ser humano de la que por momentos parecen desprenderse. Los críticos más despiadados dirán que Lionel Messi nunca aparece en las difíciles, otra teoría tan básica como fácil de desestimar con traer a la luz partidos como la semifinal en el Camp Nou ante Bayern Munich en 2015, el doblete en el Bernabéu en las semifinales de 2011 y sus nueve goles en el título de 2009.
Que las siestas de Messi duerman a todo el Barcelona, puede ser; que no tenga carácter para afrontar una competición con las exigencias de la Champions League es un absurdo que debería preocupar a quien lo propone.
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