Desde que LeBron James llegó a la NBA en 2003 fue comparado con él. Desde ese día quisieron enemistarlos, que fuera uno o el otro, obligarnos a escoger.

Afortunadamente, ni el Rey ni Kobe Bryant cayeron en el juego ni en la provocación de la gente y los medios. Los debates los dejaron para las redes sociales, entre ellos nunca hubo más que respeto y admiración mutua.

Y hoy, justo un día después de haberlo superado en la lista de máximos anotadores de la historia, la noticia del fallecimiento de Bryant fue un puñal directo al corazón de LeBron.

El Rey fue capturado en vídeo enterándose de la tragedia tras bajar del avión del equipo, que se encontraba regresando a Los Ángeles para preparar su choque del martes ante los Clippers.

James se mostró claramente afligido por la pérdida de un modelo a seguir, una inspiración, alguien que lo motivó desde el reto de ser el mejor del mundo, y que lo tomó bajo su ala desde su llegada a los Lakers.

Nunca se enfrentaron en Finales, nunca compartieron equipo. Siempre fue así, James en una esquina, Bryant en la otra, pero el impacto de uno en la vida del otro siempre fue más que evidente.