En Chile temen por el revanchismo que podría vivirse en su visita a Montevideo para enfrentar a Uruguay, luego de lo que fue el polémico partido por los cuartos de final de la Copa América en Santiago.

El seleccionado chileno fue, sin dudas, el equipo que mejor jugó a lo largo de la última Copa América y es un campeón incuestionable. Pero nadie podrá negar que, respaldados en el clima favorable que propiciaban los estadios repletos de compatriotas, en más de una ocasión los dirigidos por Jorge Sampaoli fueron provocadores.

No habrá túnel común para que ambos seleccionados salgan juntos al campo. El primer encuentro entre ambos equipos se producirá durante el saludo protocolar.

Seguramente haya sido ante Uruguay donde esa provocación alcanzó su punto máximo, tal vez por sentir que a un equipo como el de Tabarez, acostumbrado a ponerle el pecho a los grandes desafíos, había que jugarle con sus mismas mañas. Pero el fervor, la viveza y la garra superaron los límites deportivos y, jugadas como las de Gonzálo Jara, minimizadas por la prensa chilena, se convirtieron en una provocación tan innecesaria como malintencionada.

Es normal, entonces, que el seleccionado chileno quiere tomar ahora sus recaudos para viajar a Montevideo y enfrentar a Uruguay por las Eliminatorias Sudamericanas. Y ese temor, necesariamente, nace de la certeza de que ante los uruguayos, en Santiago, se excedieron los límites.

Para no sufrir ninguna especie de venganza, tan repudiable como la actitud que tomaron los futbolistas chilenos como anfitriones, el seleccionado que comanda Sampaoli llegará a Uruguay apenas un día antes del partido, no hará reconocimiento del campo y abandonará el hotel sólo para ir a jugar (sufrir) su compromiso. Una vez finalizado, tomarán el primer vuelo que los devuelva a Chile.

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