Hace un par de días, LeBron James volvió a colocarse en el ojo del huracán, esta vez no por abandonar un equipo, sino por sus palabras sobre la controversia de la NBA y China producto del tuit de Daryl Morey.

James, reconocido a lo largo de los años como un filántropo y activista social, pareció haber renunciado a sus principios por un momento, criticando a Morey por 'no educarse acerca de la situación', a pesar de que la misma es conocida mundialmente.

En este sentido, el Rey se convirtió en el enemigo número uno de los protestantes en las calles de Hong Kong, que empezaron a quemar sus camisetas y utilizar fotos burlonas con su rostro en señal de repudio.

Pero, lo que parece haber generado mayor descontento en la comunidad, fue la reacción que tuvo James al respecto, mostrándose altanero y despreocupado en lugar de rectificar su postura:

"No lo ví, así que no tengo una reacción al respecto. Hablé desde lo que pienso y como ya he dicho, cuando digo algo lo hago desde un punto de vista lógico. Dije lo que sentí y cómo vi las cosas de forma transparente", declaró James.

Claro está que esta no es la primera vez en la que los fanáticos queman las camisetas de James. Pasó en sus dos periplos por con los Cleveland Cavaliers y al abandonar el Miami Heat, por lo que seguramente ya está acostumbrado.

Igualmente, después de impulsar su carrera como protector de los derechos de las minorías y abogar por la injusticia social, ahora que este escándalo puede tocar sus bolsillos, no parece tener muchas ganas de ayudar a los desfavorecidos.