Desde Bogotá, Diego Maradona se tomó el tiempo para homenajear al escritor uruguayo tras su fallecimiento. “Gracias por enseñarme a leer el fútbol”, resumió el diez.
Eduardo Galeano fue, posiblemente, quien mejor pudo definir el cóctel explosivo que representa a un futbolista tan polémico como maravilloso, que se alejó del ejemplo que proponen los manuales y levantó en donde nada había un imperio que lleva su nombre paseando por el mundo.
“Maradona venía cometiendo desde hacía años el pecado de ser el mejor, el delito de denunciar a viva voz las cosas que el poder manda callar y el crimen de jugar con la zurda, lo cual, según el Pequeño Larousse Ilustrado, significa ‘con la izquierda’ y también significa ‘al contrario de como se debe hacer'”, escribió Galeano cuando todavía lo habitaba el dolor por ver como limpiaban al argentino del Mundial de Estados Unidos.
Con la mentalidad de niño que todavía conserva, esa que destruye a quien lo ataca y endiosa a quien lo mima, el diez se tomó un tiempo durante una conferencia en Bogotá para recordar a uno de sus más sinceros admiradores. “Gracias por enseñarme a leer el fútbol”, expresó un Maradona conmovido.
Y Galeano no sólo le enseñó a leer el juego, también se convirtió en un espejo para que Dios pudiera leerse a sí mismo. “Se convirtió en una especie de Dios sucio, el más humano de los dioses, eso explica la veneración universal que él conquistó más que ningún otro jugador. Un Dios sucio, que se nos parece: mujeriego, parlanchín, borrachín, tragón, irresponsable, mentiroso, fanfarrón, pero los dioses por muy humanos que sean no se jubilan”, relata el uruguayo en El 10 en vida.
Maradona no siempre aceptó estas palabras, pero nunca dudó de la sinceridad que las atraviesa. Y con igual franqueza le devolvió, a su modo, la caricia: “Gracias por luchar como un 5 en la mitad de la cancha y por meterles goles a los poderosos como un 10. Gracias por entenderme, también. Gracias, Eduardo Galeano: en el equipo hacen falta muchos como vos. Te voy a extrañar”.
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