Pasaron ocho años desde su paso por Boca y todo fue tan intenso en aquel tiempo que fue la última vez que tanto él, Diego Markic, como Rodolfo Arruabarrena, trabajaron en Argentina. Instalado en Arabia una vez más como asistente del Vasco, ahora tomaron las riendas del Al-Taawoun, de Arabia, sexto equipo de la zona. Aunque su vida transcurre siempre entre aviones yendo y volviendo de Qatar, estaba esperando volver desde que dejó la selección de los Emiratos.

Fue apenas un año y medio el que estuvo el ex volante central en Boca como ayudante de campo y resume sus sensaciones con una sola frase en diálogo con BOLAVIP: “Lo lindo de Boca es lo más lindo de todo. Lo malo, es lo más malo de todo. El Mundo Boca es eso. Sos el mejor o sos el peor”.

Ganaron dos títulos pero quedaron marcados como cuerpo técnico por aquella seguidilla de superclásicos y en especial el del gas pimienta que dejó afuera al Xeneize de los octavos de final de la Libertadores 2015. Fue, en especial para Diego que nunca había pasado por Boca en su corta etapa como jugador, una muestra de lo que era ese Mundo que hasta ahí sólo conocía desde la tribuna.

Amor azul y oro

Pese a haber surgido de las Inferiores de Argentinos Juniors -sus hijos son hinchas del Bicho de La Paternal, su corazón siempre estuvo con otros colores. Iba a la popular de la Bombonera, hacía cola desde la madrugada para conseguir entradas con amigos que -anuncia- prefiere mantener en el anonimato. Su arribo al club con el Vasco fue, de alguna manera, cumplir ese sueño de pibe.

“El día que salimos campeones me tocó dar la vuelta olímpica con mi hijo adentro de la cancha, con mis tres hijos, que todavía eran chicos. Eso fue lo que me quedó. Salimos campeones el domingo, el miércoles fuimos a jugar la Copa Argentina, salimos campeones, y que ellos vayan a Córdoba y poder experimentar eso con ellos, algo que yo siempre les conté de ir a la cancha y vivirlo así y que tengan la posibilidad de conocer a los jugadores, fue algo muy lindo y eso es lo que al final te queda, más allá de tener la posibilidad de salir campeón con el club del que vos de chico eras hincha, hoy poder transmitírselo a tus hijos es algo muy lindo”, reconoce.

Boca campeón de la Copa Argentina 2015. Foto Archivo.

¿Cómo te llevaste con el famoso mundo Boca? Porque el Vasco ya tenía la experiencia,pero vos no. 

-Sí, existe ese famoso Mundo Boca. Cuando estuviste te da una ventaja porque el Vasco muchas veces tenía la posibilidad de anticiparnos cosas que iban a pasar que quizás nosotros no las veíamos antes. Tuvimos la ventaja de que ya anticipaba cosas que quizás otros técnicos que no estuvieron, que no vivieron en ese Mundo Boca. Nosotros ya lo sabíamos por él. 

-¿Cómo qué, por ejemplo?

-Y, cosas que pasaban en el club, que iban a pasar en el club, cosas que decían. Boca es muy grande y todos los días tenés que generar noticias y todos los días vos tenías noticias. Nosotros hemos escuchado de una pelea que nunca sucedió. O sea, se agarraron a piñas dos jugadores y nunca sucedió. Y salimos del entrenamiento y nunca sucedió. Y nosotros decíamos: “Pero no puede ser, dale”.

La noche del Gas Pimienta

Le quedaban 45 minutos a aquel Superclásico que se jugó en la Bombonera la noche del 15 de mayo del 2015. Boca debía remontar el 1-0 de la ida y salía a la cancha con ese objetivo para meterse en los cuartos de la Libertadores. De los tres que se jugaron aquel mes, el primero -por el torneo local- había sido 2-0 para el Xeneize. El segundo, por la Copa y en el Monumental, 0-1. Restaba el tercero, pero aquel segundo tiempo no se jugó.

Arruabarrena, Gallardo, D’Onofrio y un Superclásico escandaloso. Foto Archivo.

El Panadero Napolitano les lanzó gas pimienta a los jugadores de River desde la platea y desde aquel momento hasta la suspensión del partido pasó de todo. Fueron dos horas de incertidumbre y caos, para luego decidir que el partido no se completara y que el equipo quedara eliminado de la competencia.

-¿Cómo les pegó como cuerpo técnico el tema del gas pimienta?

-Fue gravísimo porque es un hecho sin precedentes, que nos excedía a nosotros. Mucha gente opinó, pero la realidad es que había que estar adentro para entenderlo, porque es muy fácil después ponerse a señalar con el dedo o a juzgar. Yo recuerdo que fue la trilogía de los clásicos, estuvieron como un mes con esos tres partidos dando manija, manija, manija. Después desde afuera es muy fácil, si el clásico se gana sale fortalecido, esto y lo otro, todo eso la gente lo consume y después es muy fácil decir “esto no se hace”, pero tampoco ayudaste a que todo lo que pasó no pase.

-¿Vino de ahí lo del gas pimienta?

-No, no sé si vino de ahí. Lo que digo es que hay veces que hay que bajar un cambio. Yo me recuerdo, ya desde afuera, cuando fue lo de Madrid. Hubo tres semanas y yo decía, pobres los dos, los dos planteles, los dos cuerpos técnicos, lo que van a vivir, porque son tres semanas que están hablando solo de eso. Y fue así. Y entonces cuando vos llegás al partido parece de vida a muerte. Y es muy difícil abstraerte ciertas cosas. Uno trata de no consumir, pero vos vas a comprar un helado y el heladero te dice “che, dale que hay que ganar”. En Boca cuando ganás, te saludan y te regalan todo, vas al peaje y no te cobran, vas al verdulero y te regala la verdura. Ahora cuando perdés, no te saluda ni el del estacionamiento. Están todos enojados. Y ese equilibrio es lo más dificil de conseguir, de no sentirte Dios cuando ganás, te permiten todo, y sentirte el peor de todos cuando perdés. Es lo más difícil del Mundo Boca.

-¿Entendieron lo que pasó en el momento en que pasó?

-No, no, de hecho nosotros nos quedamos concentrados, nos fuimos convencidos de que el partido se iba a jugar, seguramente sin gente o en otra cancha como se especulaba. Y había tenido la suerte de conocer a (Julio) Grondona por la Selección Sub 20 y él estaba convencido de que el fútbol se terminaba en la cancha, los partidos se terminaban en la cancha y que él no quería que pasara otra cosa para no sentar precedente. Yo venía de esa cuna. Bueno, Grondona ya no estaba y se optó por otra cosa, algo sin precedentes porque que te den el partido perdido era raro, no había pasado. Era una sanción que que tenía argumentos pero sin precedentes hasta el momento.

LA ENTREVISTA COMPLETA A DIEGO MARKIC:

La salida

Aquel año, pese a la polémica, Boca les renovó el contrato. Pero a comienzos del 2016, pese a los dos títulos (torneo local y Copa Argentina) y con un casi 70% de efectividad, a fines de febrero les soltaron la mano. Y ya nunca más volvieron a trabajar en Argentina.

-¿Sintieron que les quedaba cuerda para seguir en Boca?

-Sí, yo creo que sí. Cuando vos tenés al plantel con vos, ahí la podés pelear. Después, obviamente, dependés de los resultados. Pero uno va sintiendo cuando decís “che, ya no responden, hay que dar un paso al costado”. Nosotros eso no lo sentimos. De hecho, un ejemplo muy chiquito, pero que yo hasta el día de hoy lo valoro y lo trato de contar siempre. Dani Osvaldo, que había estado con nosotros la primera vez, se fue y después volvió. Un jugador que nosotros en la ida de la Copa Libertadores con River lo dejamos afuera. Se quedó de suplente, jugó Calleri y no dijo a ni mu, un jugador de su trayectoria, y no dijo nada. Y después, cuando nosotros estábamos en la cuerda floja, él juega con el dedo fracturado frente a San Martín de San Juan, ganamos 1-0. Me acuerdo que era que él que quería jugar, quería jugar, el médico lo quería bajar y dijo “yo voy a jugar igual, voy a jugar igual”, jugó igual. Esas son muestras de que un jugador está con vos y es algo para mí valorable, en un jugador de su personalidad. De Dani también todo el cuerpo técnico es amigo de hecho somos tan amigos que lo fuimos a ver hasta un recital o lo fuimos a escuchar cantar, imagínate.

No sólo con Dani Osvaldo -o Dani Stone- continúa la relación de Diego Markic. También con Cristian Pichi Erbes, Leandro Marín o Fernando Gago, con quien compartieron además momentos que los marcaron a ambos.

“Con Fernando éramos vecinos, y cuando se rompió el talón de Aquiles en el partido con River nos quedamos hasta las 2 de la mañana los dos, se fueron todos, nosotros nos fuimos a hacer el estudio y volvimos y me acuerdo de ese momento que se caía el mundo abajo para él y eso nos unió mucho. Son cosas que a uno le pasan y que te van dejando recuerdos”.

Un adiós prematuro

El fútbol le pasó en un rato a Markic. Fue capitán y figura del Sub 20 que fue campeón en Malasia, en un equipo de estrellas: Riquelme, Aimar, Scaloni, Cambiasso, Placente, Samuel, Bernardo Romeo, entre otros; comandados por José Pekerman. Ese título le permitió saltar a la Primera de Argentinos y de ahí se fue al Bari de Italia. Sin embargo, a los 28 años, dejó todo. “Entendí que tenía que hacer lo que me hacía feliz”.

Más allá de extrañar, nunca me arrepentí, porque era lo que sentía en ese momento. Uno extraña el vestuario, extraña lo que es el mundo del fútbol, pero nunca me arrepentí”. Había regresado al país para jugar en Colón y en Quilmes, donde se retiró junto con Matías Almeyda (que después regresó a la actividad). No hubo lesión, no hubo problemas de contrato. Cuando tuvo que volver a Bari decidió colgar los botines. “Dije ‘la verdad es que yo tengo que ser sincero conmigo mismo y no me hace feliz'”.

Diego Markic en su paso por el Bari. Foto: IMAGO.

Dice que le quedaron cuentas pendientes, claro, como por ejemplo jugar en la Selección Mayor. Esa Selección en la que hoy están una buena parte de sus compañeros de aquel Sub 20 campeón en Malasia, el segundo título mundial de José Pekerman como entrenador.

“José había empezado con la del 95, y esa del 97 era una camada que para José creo que fue llegar. En el 95 estaba mirado de reojo y se ganó un poco el respeto y con la del 97 creo que ahí definitivamente lo dejaron de mirar de reojo y dijeron es un señor técnico y cambió todo“, dice respecto de los títulos de Qatar y de Malasia, del que formó parte. Y hoy muchos de sus compañeros trabajan en AFA.

“Sí, los nombres y la forma, porque yo creo que sacando lo futbolistico desde la actitud, desde la forma de comportarse, de cómo manejarse, tienen mucho de José. Tiene mucho del cuerpo técnico de esa Selección. Un perfil bajo, buena relación con los jugadores, mucho respeto. Y yo creo que eso se ve. Es algo que sin dudas nos marcó a todos. Yo creo que la gran mayoría de los jugadores que tuvieron a José en esa etapa van por ese camino”, analiza.

“A nosotros siempre nos decían: ‘Ustedes cuando van a los clubes son jugadores de Selección, acuérdense siempre, son distintos’, pero no desde lo futbolístico, del comportamiento. Siempre he agradecido al cuerpo técnico por eso, a José en particular, porque que te digan que cuando te levantes de la mesa, agradecele a todos; levantá los platos, saludá cuando entrás, saludá cuando te vas. En ese momento donde podés confundirte, porque estás viviendo muchas cosas en las que se te puede ir un poco la cabeza, que haya gente que te diga ‘che, mirá que lo importante es esto, no te lo olvides'”, agrega.

Pasaron más de 25 años de aquel Mundial juvenil y, sin embargo, recién en el 2022 Markic pudo cerrar un capítulo de esa historia que había quedado abierto. Titular durante toda la competencia, en la final ante Uruguay Pekerman decidió sacar al capitán y sentarlo en el banco. Pese a haber trabajado años después con José, jamás le habló de aquella decisión que lo tomó por sorpresa.

Es la coronación de todo el proceso, es este partido… Y tener que vivirlo afuera, más allá de que querés ganar, no es lo mismo. Es difícil de explicarlo, lo tenés que vivir. No es lo mismo haber jugado que no haber jugado”.

Pero en el amistoso que enfrentó a Emiratos y Venezuela, aquella vieja deuda quedó saldada. “Nunca habíamos charlado del tema. Y me pasó algo muy lindo: termina el partido, vamos al vestuario, y me dice, ‘Diego, ¿me perdonaste por la final?’, me dice. Le digo ‘José, ahora estoy de este lado, ya no hace falta’. Y nos dimos un abrazo, que la verdad me llenó el alma, porque uno muchas veces por una cuestión generacional o por el cargo que uno ocupa es difícil acercarse a la persona, y yo a José siempre lo voy a estar agradecido. Poder darnos ese abrazo y demostrarnos ese cariño que nos teníamos. Uno cuando va llegando a cierto momento de su vida va queriendo darle valor a ciertas cosas, permitirte ciertas cosas es un mimo al alma, te llena. Ese abrazo para mí fue eso. ‘¿Ya me pudiste perdonar?’. Ya no hace falta ni que me explique nada“, dice emocionado.

Esa final que Argentina le ganó a Uruguay 2-1 y que Markic vio desde el banco generó otra situación que jamás olvidará. A la hora de la premiación, Juan Román Riquelme, quien se había puesto la cinta ante los Charrúas, debía recibir el trofeo. Sin embargo, muy a lo Román, no quiso llevarse todo el protagonismo y le pidió a Markic que lo recibiera con él.

Markic y Riquelme alzando la Copa Mundial Sub 20 en 1997. Foto Archivo.

“En ese momento, de la vuelta olímpica, con toda la adrenalina del partido y de la coronación, tenía que ir a buscar la copa, y que Román en ese momento haya dicho ‘che, no, el capitán es él’, es un gesto… Más allá de que nosotros teníamos una amistad, veníamos de Argentinos. Es un gesto valorable, a esa edad, decir ‘che, pará’, tenés todo el protagonismo, y decir no. Fue valorable, es algo que siempre recuerdo porque hoy más maduro me llama la atención que un chico a esa edad, en ese momento, tenga ese gesto”.

El pibe Scaloni

A Lionel Scaloni lo conoció cuando José lo citó para aquel torneo: “Lionel era un pibe que no había estado en el Sudamericano y nos vino muy bien porque estaba todo el día arriba. Y eran otros tiempos. Nosotros fuimos 15 días antes a una gira por Corea, por China, en Malasia después de 35 días que duró el Mundial, estuvimos más de un mes en medio afuera. Había momentos donde era muy difícil, y tener gente como él, como Poroto (Cubero), Lea Cufré que siempre estaban arriba la verdad que nos hizo muy bien”.

Scaloni, la Copa y la camiseta 18 que reapareció en Qatar. Foto archivo.

Volvieron a cruzarse en la previa del Mundial de Qatar: Argentina buscaba rival para el último partido antes de debutar contra Arabia y allí apareció el cuerpo técnico del Vasco Arruabarrena y Diego Markic para enfrentarlos con Emiratos Arabes. “Nosotros teníamos cerrado con Alemania antes del Mundial y ellos querían jugar con nosotros. Ahí hablamos y les digo: ‘Creo que a ustedes les conviene jugar con nosotros a cinco días del Mundial, somos una selección que es más de juego, no tanto de fricción’. Les querían poner un rival africano, son más físicos”. Tanta fuerza hicieron de ambos lados que el amistoso se jugó y fue triunfo por 5-0.

“Fue el último partido del invicto, porque después pierde con Arabia. Colaboramos con el invicto”, se ríe Markic. “Después de una época muy difícil, habían logrado otra vez que la gente se identifique con una Selección, con un plantel. Después, por suerte, terminó bien. Había mucha expectativa y un poco de esa adrenalina mezclada con ansiedad. Yo había visto que llegaban muy bien”.

“Antes del partido, cuando nos juntamos, ya conocían los nombres de nuestros jugadores, que no es fácil. Me acuerdo que me decían ‘porque éste, acá, éste, y así’. Y es raro, porque no es fácil aprenderse los nombres. Eso me habló de la preparación con la que llegaba, estaban tratando de no dejar ningún detalle librado al azar”, recuerda sobre aquella previa.

Antes del llamado del Al Taawoun, primer equipo de Arabia que dirigen con el Vasco, pasó varios meses sin trabajar, jugando al pádel y yendo y viniendo a Medio Oriente, donde se instaló hace casi nueve años y siempre quiere volver. Dice que se siente cómodo ahí, que se valora mucho al entrenador argentino por su competitividad, que todo es cuestión de adaptación. A lo lejos quedó el Mundo Boca, aunque de reojo siempre lo observa y no se olvida.