Con apenas 23 años, llegó a un Boca repleto de figuras, que atravesaba un pésimo momento futbolístico. Debutó en un Superclásico y se llevó una ovación de La Bombonera, pero una recordada patada y una lesión le abrieron la puerta de salida muy rápido. Así se puede resumir el breve paso por el Xeneize de Breyner Bonilla, que lo recuerda con una sonrisa.
En una entrevista exclusiva con BOLAVIP, el ya retirado marcador central rememoró su paso por el fútbol argentino, la entrada a Bertoglio, la intimidad con Martín Palermo y Juan Román Riquelme y cuenta cómo lo afectó el racismo. Además, sueña con volver al club llevando a una joven promesa de su escuelita de fútbol.
-Pasaron 15 años de tu debut en Boca, ¿cuánto te lo recuerda la gente?
–Todavía sigue pasando. Estudio en la Escuela Nacional de Deporte, una universidad muy reconocida a nivel colombiano, y la gente me reconoce. Dicen “ese man jugó en Boca con Palermo y Riquelme”. Incluso chicos que no tuvieron la posibilidad de verlo. Todo el mundo recuerda a Román y Martín acá en Colombia por esa Copa Intercontinental por el Real Madrid.
-¿Estuviste cerca de dejar el fútbol antes de llegar a Boca?
-Sí. Cuando estaba en Atlético me mandaron al Deportes Tolima a jugar reservas. Ahí empecé a tener una serie de lesiones que hicieron que no continúe en Tolima y pensé en dejar el fútbol. Tenía pubalgia y recuperarme era algo muy difícil y traumático para mí.
-¿Cómo empezaron los dolores?
-Yo me había recuperado en tres meses, pero se me hizo crónica en una final contra el Cali. Nadie sabe esto, pero en Tolima yo llegué a jugar delantero porque nuestros goleadores estaban lesionados. En una práctica marqué 4 goles. Yo emocionado porque me gusta hacer goles, pero eso hizo que me excediera con el entrenamiento. De tanto patear, patear y patear fue mucha carga física. En esa final yo ni podía correr, era como un viejito. Quería correr y no me daba.
-¿Cómo lo resolviste?
-Cuando regresé a Atlético tenía un profesor que se llamaba Francis y me ayudó mucho con eso de la pubalgia. Yo andaba para todos lados con una pelota y un resorte, una liga, ustedes le dicen goma, y fortalecía. Después me inyectaba y con eso jugaba, así de esa manera. Fortalecía, entrenaba, me inyectaba y ahí lo fuimos llevando y a poco fuimos mejorando la ecuación. Hasta ahora no me volvió a molestar, gracias a Dios.
La llegada de Bonilla a Boca por recomendación de Bermúdez
La carrera de Bonilla comenzó en su Colombia natal, en un club del barrio Alfonso López llamado Nottingham Forest. Por recomendación de su hermano, decidió pasar a Atlético Todo Fútbol, para jugar con gente más grande en edad, pero en una categoría inferior. Tras superar la lesión, siguió creciendo defensivamente y marcó varios goles. Eso lo llevó a Bucaramanga, equipo que peleaba la permanencia en la Primera División de Colombia. Pese a que no logró mantener la categoría, el defensor se afianzó y se lució, llamando la atención de Jorge “Patrón” Bermúdez. A Breyner lo buscaron de Estados Unidos y Alemania, pero eligió Boca.
-¿Cómo tomaste la decisión de jugar en Boca?
-La idea era ir primero a Argentina para hacer el puente de ir a Europa. Yo ya había jugado primera división acá en Colombia y sabía lo que era jugar en estadios llenos por los clásicos de Cúcuta en Bucaramanga. Boca en ese momento era de los clubes más grandes del mundo. Aparte, uno siempre creció acá en Colombia mirando a Boca, por Bermudez, Chicho y Córdoba. ¿Cómo no iba a querer ir a un equipo de esos? La gente no lo tiene en consideración, pero aquí en Colombia, todavía sigue siendo algo muy fuerte la final con el Real Madrid. Yo estaba en el colegio cuando pasó eso y era muy reciente.
-¿Te llevó el Patrón Bermúdez?
-Mi representante era Edgar Romero, pero Bermúdez era socio en Atlético. Había una cercanía y él es quien me lleva a Boca.
-En ese Boca estaban Riquelme, Palermo, Battaglia, Abbondanzieri, Ibarra y muchos otros. ¿Cómo fue meterse en ese vestuario?
-Siempre fui muy tranquilo, lo asimilaba, pero yo sabía que estaban en un club que hace uno dos años fue campeón y jugó el Mundial de Clubes. Mi deseo de hacer las cosas bien era tan grande que creo que me jugó una mala pasada, porque yo quería realmente hacer las cosas muy bien. Lastimosamente, las cosas no se dieron ni para mí ni para el club en ese momento, porque el nivel de todos no era el que todo mundo esperaba.
-Era un Boca más complicado…
-Cuando yo llegué, estaba jugando la Copa Sudamericana y justo Vélez los elimina. Ya uno iba condicionado porque el equipo estaba un poquito fracturado en cuanto a lo que era el plantel por dentro. Si los resultados hubieran sido otros, seguramente ese equipo hubiera marchado y hubiera hecho cosas muy importantes.
-Te tocó una época difícil del vínculo entre Riquelme y Palermo. ¿Cómo te llevabas con ellos?
-No, con ellos bien. Siempre tuve buena relación. Son jugadores de respetar por su trayectoria, por la manera de ser y por lo que hicieron en el fútbol. Yo creo que a nivel mundial son respetados. Siempre con el mayor respeto, la mayor admiración y tratando de aprender de ellos. Hay gente que me pregunta cosas de Palermo y yo digo que ese man es inexplicable, porque no parecía tan técnico, pero yo le vi hacer cosas de jugador muy técnico.
-¿Y Riquelme?
-Lo mismo. La gente dice, ¿qué tal es Román? Para mí, muy buena persona. Yo siempre lo vi apoyando a los jugadores menores, dando consejos, tirando para adelante y diciendo las cosas muy tajantes. Te dice las cosas como son crudamente y todavía lo sigue haciendo. A algunos les gusta y a otros no, pero siempre que yo lo vi fue de esa manera. En los entrenamientos yo me creía rápido, pero él arrancaba, sacaba el brazo y no lo pasaba. En la televisión parecía lento, estar ahí era otra cosa.
De la ovación en el Superclásico a la patada a Bertoglio
-Tuviste que esperar para jugar tu primer partido oficial con Boca. ¿Qué te pasó?
-Yo había tenido una lesión en el tobillo y me operé. De hecho, jugué un Superclásico de verano más por la presión que por estar bien, porque los huecos de la artoscopía no me cerraban. Jugué con una gaza puesta. Esa noche fuimos a penales y no podía patear. Después me recuperé, pero el equipo venía encontrando la manera de jugar y me tocó ser suplente.
-Y te tocó debutar contra River en La Bombonera…
-Sí, yo iba fui al banco pensando que me iban a meter a cerrar el partido, pero cayó un diluvio y se interrumpió el partido. Se lesionaron Ibarra y Morel, el profe (Abel Alves) puso a Muñoz de lateral derecho y me metió a mi con Luiz Alberto. Yo quería jugar porque se decían coas que al jugador le llenan el ego. Afortunadamente, ese partido se ganó, se dio bien, se hizo un buen debut y pues el hincha de Boca siempre me lo recuerda. Estoy agradecido porque siento ese calor en cada persona que me escribe por las redes. Me siento muy orgulloso y contento de haber tenido esa posibilidad de jugarlo.
-¿Te guardaste la camiseta?
-Sí, la tengo guardada. A veces voy a la escuela con esa camiseta y la gente me la pide. También tengo la de Lucas Pratto porque me la regaló cuando debutó. La gente acá me pregunta “¿cuál es ese Pratto?” porque no saben qué debutó en Boca.
-Tu ciclo en Boca duró poco. ¿Te marcó la famosa patada a Bertoglio?
-Sí, yo creo que sí. Creo que se satanizó mucho esa acción, porque creo que tampoco fue para tanto lo que se decía. Yo cometí el error de escuchar mucho la televisión. Estaba solo en Buenos Aires y se me pasaban muchas cosas por la cabeza.
-¿Qué pensabas?
-Ya no tiene caso, pero se me pasaron cosas que en algún momento viví en mi infancia y no teníamos que llegar a eso tampoco. En mi infancia vivi cosas que te llevan a ser otro tipo de persona, que yo no quería ser. Lo que pasó en el estadio de Colón fue difícil. Había momentos donde me preguntaba: ¿Reacciono de esta manera o no? Tenía mucha impotencia porque no quería hacer cosas que ya había dejado atrás en mi vida.
-¿Te afectó el racismo esa noche?
-No tanto, pero ese partido sí me dio rabia porque se decía de manera despectiva. Ahí estás caliente, estás en el partido, perdiendo 3 a 0, te cantan el ‘ole’… En ese momento sí te da para reaccionar. Obviamente, uno va fuerte pero no de la manera en la que se ve la patada, porque realmente yo voy al balón.
-¿La salida de Boca la decidiste vos?
-Yo tomé la decisión por la lesión. Después llegó Borghi y trajo a otro extranjero. Me querían mandar a Chacarita y yo no quería, porque estaba solo y lesionado. No me sentía como cómodo en esa situación. Además, no ganaba el dinero suficiente como mucha gente piensa, porque tenía un sueldo como jugador de Reserva. Incluso ganaba más en Bucaramanga.
-¿Por qué no querías ir a Chacarita?
-Porque me hablaron mal del club. Le pregunté a algunos compañeros en ese momento y me dijeron: “Allá te van a matar, te amenazan con pistola los hinchas. Te vas a meter en problemas”. Tal vez hubiera sido una buena posibilidad buscar otro club en Argentina. No sé.
-¿Te terminaste arrepintiendo de haberte ido?
-Totalmente. Yo creo que sí. Yo sé que si me hubiera recuperado bien del tobillo hubiera podido hacer muchas cosas importantes en Boca. El fútbol argentino te permite crecer. Tal vez nos apresuramos un poco, pero yo estaba país que no es el mío, lejos de mi familia… Yo crecí en condiciones difíciles y necesitaba mandar dinero para mi casa. Nosotros jugamos al fútbol muchas veces para sostener a nuestra familia. Pero sí, hablando con mi representante pensamos que podríamos haber aguantado un poquito más.
-¿El mejor Bonilla vino después?
-En Sporting Cristal la recuperación no fue tan buena. Yo creo que en Cúcuta tuve un muy buen pasaje, porque ya tenía mucho mejor el tobillo. Estaba más fuerte y había más flexibilidad. Eso hizo que yo llegara a Tolima, donde la cosa fue mucho mejor. En Cúcuta, Tolima y Orense (del ascenso de Ecuador) me fue muy bien.
-En Tolima viste “nacer” a Wilmar Barrios y Sebastián Villa
-Ellos estaban en la Reserva, que acá se llama Sub-20. Jugábamos siempre los partidos preparatorios y eran muy buenos. Barrios era muy técnico, sabía mucho con la pelota, después se convirtió en un jugador más recuperador, pero driblaba muy bien. Cuando fue a Boca yo estaba en Sporting de Uruguay, hablamos y le dije que hiciera lo que sabía hacer porque le iba a ir muy bien.
La escuela de fútbol de Bonilla y el sueño de llevar una joven promesa a Boca
Tras una temporada en Honduras, en un club mucho más alejado de los privilegios y comodidades de la élite, Bonilla decidió regresar a Colombia a los 35 años para buscar algo mejor. Sin propuestas tentadoras, decidió colgar los botines y dar un giro en su vida, pero sin despegarse del fútbol.
-¿Qué hacés ahora?
-Tengo una escuela de fútbol y estoy estudiando deporte y algo de administración deportiva. Estoy en la búsqueda de entrar en el ámbito de la dirigencia, de tener mi propia escuela y empezar a dirigir mi propio negocio. Es todo a largo plazo. Estoy tomándome mi tiempo, sin apresurarme, disfrutando el proceso.
-¿Qué es lo que más disfrutas?
-Estar con los chicos, enseñando cosas que de pronto uno no aprendió en el fútbol, porque uno siente que hay cosas que no le enseñaron. Hay otras que sí y que también se les puede transmitir. Desde la experiencia que uno tiene, ahora desde la parte pedagógica, estudiando, uno aprende a enseñar.
-¿Por ejemplo?
-Las perfilaciones no me las enseñaron mucho, las aprendí ya más grande. Hoy el central tiene que jugar mucho más. Entonces, aprender a recibir perfilado, a salir jugando desde atrás, es mucho más importante en el día de hoy. También hay cosas que aprendí, que hoy en día no las practican. Hoy no se defiende tanto. Entonces, intento que el defensa aprenda a ser fuerte en el uno contra uno. Eso lo trabajamos mucho más que todo en la escuela, tanto ofensiva como defensivamente. Hoy en Colombia y en muchas partes, incluso en Europa, veo que los defensores no son tan fuertes en el mano a mano. Yo eso sí lo aprendí. Creo que fui fuerte en el uno contra uno a la hora de ir arriba y a la hora de enfrentar a un rival.
-¿Cuándo surgió la idea de la escuelita?
-Mi hermano me venía diciendo que armara algo para entrenar a mis dos sobrinos y yo no quería. Justo cuando me meto a estudiar apareció un amigo y me dijo: “En tu barrio no hay escuela de fútbol, creemos una”. Y bueno, ya era mucha insistencia y Dios nos estaba diciendo que lo hiciéramos. La montamos, empezamos con tres niños y fueron llegando más. Después decidimos montarla en otro lado para hacer algo mucho mejor. Llegaron más chicos, empezamos a jugar un torneo, a uniformarlos, el equipo fue tomando fuerza y llegamos a tener 70 niños.
-¿Alguno está para pegar el salto?
-Ya ubicamos dos chicos en un club acá en Fútbol Paz, de Cali, que manda jugadores a México y a todas partes. Tenemos las conexiones. Si sigue creciendo, vamos a apostarle a esto. Hacemos lo formativo, pero buscando siempre el fútbol de élite y que los jugadores lleguen a un equipo profesional. Vamos a ver si metemos jugadores en Boca en algún momento.
-¿Ese es el gran objetivo?
-La idea es esa y en algún momento se puede dar. Yo creo que todo es visualización y tener el sueño pendiente. Si lo enfocamos, en algún momento podemos hacerlo. Me quedó pendiente ir a La Bombonera y en algún momento lo voy a hacer.
-¿Le hablás del Mundo Boca a los más chicos?
-Sí. El paso por Boca fue corto pero hubo cosas muy bonitas. Siempre tengo presente al profe (Carlos) Borzi, porque le aprendí muchísimas cosas. Hoy en día implemento muchas cosas de él y del profesor (Pablo) Santella. Hoy implemento mucho el trabajo con vallas y la pliometría, porque en Argentina trabajé mucho eso. Ahí entendí por qué el jugador argentino, a pesar de no tener fibras tan rápidas, es muy potente. Acá tratamos siempre de tener el foco en que el jugador sea como el argentino.
-¿Volvés a La Bombonera este año?
-La idea es ir. Estuvieron acá en Pereira (en 2023) y hablé con Villa para ir, pero no podía porque tenía otros compromisos y eran como 3 horas en auto. Con Advíncula tengo buena relación también, porque compartí en Sporting Cristal. Esperemos pueda ir, Dios lo permita.
