El duelo más apasionante de los cuartos de final de la Copa América, sobre todo por historia, lo protagonizaron Brasil y Uruguay, el cual quedó en manos de la Celeste por penales. Las Vegas fue el escenario del encuentro entre los de Dorival Júnior y Bielsa. Si bien los equipos no brillaron, Uruguay intentó ser protagonista, sobre todo en la primera mitad. Ya para el segundo tiempo todo se emparejó y más todavía a partir de la expulsión de Nahitan Nández, el volante uruguayo que dejó con diez a su equipo tras una dura entrada sobre Rodrygo.
El 10 brasileño superó a Nández y cuando se perfilaba rumbo al arco -con varios defensores uruguayos por delante- el ex mediocampista de Boca se arrojó desde atrás y derribó al brasileño. Darío Herrera -árbitro del partido- le mostró la tarjeta amarilla en primera instancia, pero tras ser llamado desde el VAR revirtió su decisión y lo expulsó.
La injerencia del VAR
Como bien se sabe, el VAR trabaja durante todo el partido y no solamente cuando se presenta una jugada polémica. En esta oportunidad, los encargados en el partido entre Uruguay y Brasil fueron Guillermo Pacheco de México (VAR), Erick Miranda (AVAR) y Tatiana Guzmán (AVAR 2). Al ver la jugada de Nández sobre Rodrygo decidieron llamar a Darío Herrera para que la revise.
Antes que el argentino llegue para ver la jugada en la pantalla, los encargados del VAR dejaron todo listo para evitar pérdidas de tiempo innecesarias. La primera imagen que le mostraron fue la del punto de contacto y ya con ver esa foto era claro que Nández debía ser expulsado y no amonestado, como había decidido el árbitro principal en un comienzo. Pero la jugada fue analizada en movimiento y con diversos planos.
El insólito reproche de Josema Giménez
Una vez que Herrera revisó la jugada en más de una oportunidad, a velocidad normal y con distintos planos, volvió al terreno de juego y anunció claramente que se anulaba la tarjeta amarilla y pasaba a ser roja. Quien estaba cerca del árbitro era Josema Giménez, referente absoluto charrúa y su primera reacción fue preguntar: “¿Por qué?”. Más allá de haber sido más una expresión de deseo que otra cosa, la realidad es que poco había que discutir tras ver la entrada de Nández.