Anda por la vida con el perfil bajo, trabajando casi desde el día que colgó los botines. Sin embargo, cuando junio se está por terminar, sabe que es momento de los llamados, de las entrevistas, de repasar una vez más la historia, aunque ya haya pasado más de una década. Cristian Tavio sabe que desde Córdoba le pedirán, otra vez, que cuente las mismas anécdotas sobre aquel día en el que Belgrano mando a la B a River en su cancha. Y ahora se las cuenta a BOLAVIP.

“Si vos le preguntás a la gente que me reconoce dónde jugué, van a decir que siempre jugué en Belgrano. Me reconocen por eso”, dice el hoy técnico del Social Atlético Televisión, que desde el año pasado juega en el Torneo Promocional de AFA. Tavio pasó por Racing, Independiente y Huracán, entre otros. Sin embargo, el mundo del fútbol lo recuerda por aquel 26 de junio.

“Tuve un ascenso con Olimpo, tuve el ascenso con Huracán, que jugué un partido, pero lo que viví en Belgrano fue para mí lo máximo que he vivido, por el rival, por la situación y por quedar en la historia del fútbol argentino“, dice hoy, a casi 13 años de aquel día.

Desde el 2022 que Tavio es DT de la Tele. Foto SAT,

¿Qué recuerdos tenés de aquellos partidos? El marco que había, la gente, el hecho de que River estuviera jugando la Promoción.
-El recuerdo que tengo de haberlo disfrutado, me acuerdo que estábamos en el entrenamiento, esperando rival. Y me acuerdo que lo tomaba distendido, como que si no importara si era River. Diciendo ‘ojalá que sea River’, distendido. Como si fuera un partido más y yo siento que todo eso lo disfrutaba. Y después cuando tocó River, los partidos los disfruté. No fueron partidos que jugué de manera intensa, o pensando en no cometer errores, tensionado o con nerviosismo como juega uno cada final o cada partido, sino que lo jugué distendido y disfrutándolos. Por eso recuerdo todo, todas las situaciones, dentro de la cancha, tanto de local como en el Monumental, recuerdo todo, todo, todo ese disfrute lleva a que uno lo recuerde como si fuera ayer. 

-¿Y del rival? ¿Qué te acordás de ese momento? 
-Yo en Alberdi los noté… Miraba las caras de los chicos cuando jugaban, eran personas que estaban como idas, estaban metidos, trataban de… los veías como que estaban enfocados en el partido pero que no les salía nada. Lo estaban padeciendo, lo estaban sufriendo. Nosotros no, el hecho de ser en equipo que venía de la B Nacional enfrentando a un grande de la Argentina. Y enfrentarlo en Promoción era algo inédito. Teníamos cero presiones.

Para Tavio esa fue la gran diferencia entre ambs equipos: “Si nosotros perdíamos la Promoción la gente nos iba a aplaudir igual. Perdiste contra un grande, no perdiste contra un equipito o un equipo chico y estaban de igualdad de condiciones. Perdiste contra un grande, con un jugador que vale 8 millones de dólares, 10 o lo que sea y nosotros fuimos gratis a préstamo. Recuerdo las tensiones que vivían ellos mientras estábamos jugando, por eso nosotros  estábamos tan sueltos, tan liberados, cero presiones, creo que todos sentíamos eso”.

Jugó en 14 equipos, pero todos recuerdan su época en Belgrano. Foto Archivo.

Por eso en esos primeros 45, que terminaron 1-0, el resultado podría haber sido más abultado: “El primer tiempo nuestro fue arrollador, que si no entraba la gente de ellos, si no entraban a la cancha (NdR: el partido estuvo suspendido ocho minutos por invasión de campo de la parcialidad visitante), les hacíamos dos goles más, íbamos 2-0 y les íbamos a hacer dos goles más si no entraban a la cancha. Recuerdo también las caras de los chicos cuando saltaron, los jugadores preocupadísimos. Obviamente es incómodo, yo como colega verlos cómo estaban, no me gustó la situación por ellos, porque le puede pasar a cualquiera”.

También reconoce que hubo de cosas que quizá hubiesen cambiado la historia: “El primer penal que no se le cobra a River, obviamente, lo puedo decir tranquilamente, ya pasaron más de diez años. Esa patada del Chiqui Pérez a Caruso, la recuerdo. Hubo contacto y… hubo un penal. Después me terminan cobrando el penal a mí, con ese penal que no era, yo cubro para que no llegue la pelota y me cobran el penal a mi”, dice sobre las polémicas del partido jugado en el Monumental. 

Aquel penal terminó en una anécdota que, dice, siempre piden que la cuente cuando lo llaman desde Córdoba. “Hay una imagen que salgo yo abrazando a Olave y siempre me pregunta qué le digo. Se nota, yo le digo, puteándolo sanamente ‘me salvaste, me salvaste hijo de puta, me salvaste’, porque me habían cobrado el penal a mí y yo me iba a sentir culpable si nos convertían. Yo le había dicho antes ‘salvame, salvame’, hablaba, Olave estaba tan enfocado que ni pelota me dio. Y la atajó, y voy y soy el primero que lo abrazo y le digo ‘me salvaste’, lo agarré con pelota y todo, y él me sacaba, me decía ‘no, qué hacés, está en juego la pelota'”. 

Olave, el penal y la frase de Tavio. Archivo.

-¿Le pagaste un asadito después? 
-No, nada, pero hasta el día de hoy que estamos en contacto, siempre hablamos, yo lo cargo: “Gracias a mí terminaste siendo ídolo de Belgrano. Gracias a mí que me cobraron el penal”. Hasta el día de hoy.

Hablabas de cómo veías a los jugadores de River, ¿qué te generaba eso?
-Te digo la verdad, en el momento en se terminó el partido en el Monumental era tanta la alegría nuestra… No te daba lugar a ver la tristeza de los demás, sinceramente. Estábamos tan felices tan eufóricos porque habíamos ascendido,  no porque le ganamos a River, estábamos contentísimos de haberlo logrado. Hubiésemos festejado ante cualquier equipo de la misma manera, jugando con cualquiera. Fue algo histórico lo que hicimos y sabíamos que iba a quedar en la memoria de todos. Cuando nos fuimos de la cancha nos tiraban de todo, nos tiraban los pedazos de madera del Monumental, de las plateas, rompían las plateas, nos tiraban y teníamos que salir cubriéndonos para no salir lastimados.

-Justamente, que haya sido River agiganta aquel ascenso…
-Pero me di cuenta al otro día. Nos dimos cuentas al otro día, todos pensamos “mandamos el descenso a River, quedamos en la historia”. Yo, por lo menos, en lo personal pensaba eso. Todo pasa y se olvida. Esto no se olvida nunca más. De tal manera que en Córdoba se recuerda todos los años la fecha de este ascenso y contra River. Con todas las radios partidarias siempre estamos haciendo notas. Este año va a pasar lo mismo, el año pasado fue lo mismo. Año tras año. 

-Alguna vez jugando en Huracán hablaste de una mano negra, haciendo referencia a aquel 2011 y al ascenso de Belgrano…
-Si, me acuerdo de ese partido, habíamos sido muy perjudicados. Entonces de enojado, de caliente, quise decir que el partido estaba arreglado para que ganara Central. Y bueno, cuando decís algo así, sale de todos lados, hacen sus interpretaciones. Y uno mismo sale perjudicado por hablar así. Molesta a mucha gente. Obviamente en su momento me arrepentí, porque hablé en caliente, son cosas que tuve que aprender. Enojado nunca hay que hablar porque a veces decís cosas sin filtro.

Del remís al ascenso histórico

Aunque el momento más recordado de su carrera sea aquel ascenso del 2011 con Belgrano, la carrera de Chicha (apodo que viene desde su infancia por su dificultad para pronunciar Cristian) pasó por muchos otros lugares y estuvo a punto de cortarse de un día para el otro cuando Huracán decidió dejarlo libre con apenas un partido jugado y 20 años.

A los 16 años ya había debutado en Deportivo Paraguayo, jugando la Primera C, donde estuvo dos años. Llegó a Huracán para jugar en Cuarta pero en dos meses ya estaba entrenando con el plantel principal. Con Huracán en la B Nacional y por la lesión de varios compañeros, Carlos Babington le dio la chance de jugar. La primera y única, por lo menos en aquella etapa.

“Jugué en dupla central con Erbín. Me acuerdo que hubo un error, vino el gol de El Porvenir, que fue el empate. Y no jugué más. Siempre jugaba en Reserva, ni siquiera al banco de Primera. Estuve un año sin jugar y quedo libre”. Así, sin más.

A poco de cumplir 21 años, pensó que su carrera estaba terminada. Se anotó para terminar la secundaria en una nocturna y se puso a manejar un remís para tener un ingreso, mientras, por puro gusto, seguía entrenándose con jugadores libres en Ciudad Evita. “No tenía ganas de probarme en otro lado, estuve un año sin jugar, borrado del mapa, lo mantenía porque me gustaba pero ya no soñaba más, fue muy doloroso y le pasa a muchos chicos”.

Pero en un amistoso de jugadores sin club contra Estudiantes de Buenos Aires, lo vio el Tano Pasini y le dijo que se quedara. Y nunca más se detuvo. “Dejé el remís, dejé todo, volví a jugar”.

De la B Metro a Primera

“En la B Metropolitana el sueldo era de 3 mil pesos, yo cobraba 600 y 500 me salían unos botines. La plata no me alcanzaba para nada. Era otra época. Y yo jugaba por amor al fútbol. Siempre le digo a mis jugadores, yo jugaba cada partido como si fuera mi último, pensando que iba a quedar libre en el próximo. Tenía esa cabeza. Entonces metí un campeonato que nunca en mi vida, jugando la B Metro, haciendo goles, jugando de tres, jugando de stopper, y hacía goles porque me iba al ataque, venía, hacía goles de cabeza”.

Y llegó el llamado. Un tal Julio Césarl Falcioni se lo quiso llevara Olimpo. Llegó a tres días del comienzo del torneo. Fue al banco ante Talleres porla segunda fecha y en la tercera, nada menos que ante Independiente, saltó a la cancha como titular. Un año después de haber dejado el Fiat Duna estaba jugando ante el Rojo, el club que después, justamente, se quedaría con su pase. Un Independiente que tenía al Rolfi Montenegro, Federico Insúa, el Cuqui Silvera, entre otros.

Tavio pasó de manejar un remís a jugar en Olimpo. Foto Archivo.

“Y debuté ese partido, me acuerdo que ahí fue donde me asusté, sentí nervios en serio y esa presión de decir ¿qué hago acá? Me acuerdo de esa cancha, una locura lo llena que estaba, fuegos artificiales, yo no creía donde estaba. Creo que pasé la prueba de fuego en ese partido porque jugué bien. Nunca más dejé de jugar como titular en Olimpo. Hice un buen campeonato”. Y el Emperador se encargó de recordarle sus inicios para nunca rendirse.

“Falcioni siempre me cargaba. Aprendí muchísimo de él. De la disciplina y las exigencias al jugador. Julio siempre fue un técnico que te exigía al máximo, siempre. En cada partido, en lo físico. Después te permitía equivocarte, pero él siempre te pedía que entregues todo, que te brindes y eso no se negociaba. Entonces siempre me cargaba, me decía: ‘Esta es la última oportunidad que te doy, vas a terminar manejando un remís de nuevo’. Y yo lo miraba asustado. Me acuerdo una pretemporada que me dolía el quinto metatarsiano y el médico me había infiltrado y no podía entrenar. En ese entrenamiento a la tarde, me siento en un banco suplentes. Y se acerca y me pregunta con la cara que tiene, cara de malo, de serio. ‘¿A vos qué te pasa?’. Estoy lesionado, no le dijo el doctor. ‘A mí nadie me dijo nada’. Yo con un cagazo le digo ‘el doctor me infiltró y me dijo que no entrene’. ‘Vamos a hacer una cosa, si mañana a la mañana no entrenás, te vas acá a la terminal de colectivos y te volvés laburar de remís’. Al otro día se me pasaron todos los dolores”, dice entre risas.

Se retiró en SAT y a los ocho meses le ofrecieron dirigir. Hoy juega en Promocional. Foto SAT.

Un mal paso

Llegó a Independiente en un gran nivel pero le duró poco: las lesiones no lo dejaron en paz. Una patada, un esguince que nunca se terminó de curar, estudios de todo tipo, DTs que cambiaban sistemáticamente (Ruggeri, Sosa, Pastoriza) y una anécdota divertida en el medio de un momento difícil de su carrera.

-Fuiste compañero del Kun Agüero en sus primeros entrenamientos…
-Ruggeri ya lo había hecho debutar cuando yo llego. Y con Pastoriza ya estaba en plantel con nosotros. Era un nene, un chico que iba descubriendo todo y miraba todo, mucha humildad. Me acuerdo cuando él entrenaba con nosotros, yo estaa en la última etapa de recuperación del tobillo, era la primera vez que hacía fútbol. Suplentes con Reserva. Me acuerdo que lo salgo a marcar y me dejo… Ya era distinto. Me enganchó, yo me fui a marcar y me fui a tirarle al piso. Me acuerdo que le di una patada y lo levanté y Pastoriza estaba justo al lado, me dice “Chicha, pará, Chicha, me vas a matar al nene”. Yo totalmente a destiempo, fui lo levanté y pido perdón, no soy esa clase de compañero que va a pegarle a otro. Pensé que llegaba a la pelota pero era tan rápido que la pelota ya había pasado hacía 10 minutos y yo estaba tirándome al piso todavía. Mirá si voy a lastimar a un chico de esa edad y un futuro crack. Porque ya sabíamos, lo veíamos. Ya veías cómo definía, la velocidad que tenía, cómo enganchaba. Era distinto ya.

Cruce de vereda

De Independiente se fue a Banfield, otra vez de la mano de Julio Falcioni. Después se mudó a Santa Fe para jugar en Colón, y a San Juan para jugar en San Martín, con un regreso a Bahía Blanca en el medio y un paso por Arsenal.

Saltó a Racing silbando bajito: había jugado apenas un puñado de partidos en el Rojo y por eso pocos recordaron aquel paso por la vereda de enfrente. Avellaneda no le sienta bien: en la Academia la suerte no cambió y aunque lo llevó Caruso Lombardi casi no lo utilizó y entre los cambios de técnico y otra vez las lesiones apenas salió a la cancha un par de veces.

Una revancha en Globo

Cosas de esta vida de película de Tavio, tras dejar Racing y llegar a Atlético Tucumán por seis meses, tuvo la chance de volver a Huracán. Sí, aquel equipo que lo había dejado libre once años antes. “Volví a Huracán a sacarme esa cosa de jugar un año entero ahí. Fue una revancha”.

Tavio se sacó las ganas de jugar en Huracán. Foto archivo.

El tren pasó de nuevo por Estudiantes de Buenos Aires, Platense y SAT, donde colgó los botines para empezar su carrera como entrenador, primero en el Regional y la Liga de Luján y desde el año pasado en el Promocional de AFA, con el objetivo, en este 2025 de ascender por primera vez.

Un recorrido larguísimo, una historia para contar y, sin embargo, como él mismo dice, siempre lo recordarán por aquellos partidos ante River y un ascenso que quedó en la historia.