Primero el rock. Después el fútbol. Incluso cuando su propio orden de prioridades no pone al deporte que es pasión de multitudes como lo más importante entre las cosas menos importantes, Daniel Osvaldo supo construir una carrera envidiable, que lo llevó de recorrida por las ligas más importantes de Europa, le permitió representar a la Selección de Italia y cumplir el sueño de jugar con la camiseta de Boca. Se retiró dos veces, se abrazó a la música y protagonizó polémicas extradeportivas que pusieron su intimidad en boca de todos. Hoy, con 37 años, se atrevió a confesar que atraviesa una profunda depresión. Y pidió ayuda.
Comenzó a jugar al fútbol en Huracán, donde con 19 años hizo su debut profesional jugando en Segunda División, pero no tardó en salir a conquistar el Viejo Continente, emigrando a Italia para defender en 2006 la camiseta del Atalanta. Fueron tres años de Calcio ininterrumpidos para él, representando también a Lecce, Fiorentina y Bologna. Por esos años consiguió la nacionalidad italiana y fue llamado a jugar con la Selección Sub 21 con la que se coronó campeón del tradicional Torneo Esperanzas de Toulon en 2008.
En Espanyol de Barcelona se ganó el mote de goleador respetado en Europa y no tardó en llegarle la convocatoria a la Selección mayor, en 2011. Pasó por la Premier League defendiendo la camiseta del Southampton y regresó a Italia ya con larga experiencia para darse el gusto de conquistar su primer título de Serie A en una Juventus en la que compartió ataque con Carlos Tevez. Tras un breve paso por Inter, su llegada a Boca para cumplir un viejo sueño sacudió al fútbol argentino.
La experiencia terminó siendo casi traumática. Si bien pudo dejar pinceladas de su calidad, además de aportar 7 goles al equipo, la gran exposición, maximizada en aquel entonces por estar en pareja con la actriz y cantante Jimena Barón, sumada a una sucesión de rendimientos por debajo de las expectativas, lo volvieron blanco fácil de la crítica tanto en la prensa como en redes sociales. Su actitud provocadora ante esas manifestaciones hizo el combo todavía más explosivo.
Con un breve paso por Porto de por medio, la salida de Osvaldo del Xeneize también fue conflictiva. Guillermo Barros Schelotto, entrenador que había llegado a reemplazar a Rodolfo Arruabarrena, le impuso una sanción disciplinaria por encontrarlo fumando en el vestuario. En agosto de 2016, la dirigencia encabezada por Daniel Angelici dijo basta y se procedió a la rescisión de su contrato. Poco después, el delantero anunció su retiro, se embarcó en un proyecto musical con su banda llamada Barrio Viejo y fue noticia más de una vez por su alborotada vida sentimental. En 2020, tras tres años y medio en el retiro, se vinculó a Banfield, donde solo llegó a participar de dos partidos oficiales antes de colgar los botines de manera definitiva.
“Cinco gordos de traje”
El paso de Daniel Osvaldo por el fútbol argentino dejó una frase icónica, derivada de la decisión de CONMEBOL de dar por finalizada la recordada serie ante River por la Libertadores 2015, por el episodio del gas pimienta en La Bombonera. “Y la ilusión de mi sobrino también se la robaron 5 gordos de traje en un escritorio. ¡Mafiosos! ¡Aguante Boca, caretas!”, había manifestado en las redes sociales, en un mensaje que definía su manera de proceder, sin pensar en consecuencias.
Depresión y pedido de ayuda
Poco después que se confirmara su ruptura amorosa con la periodista Daniela Ballester, Daniel Osvaldo sorprendió en las redes sociales con una cruda confesión, seguida de un pedido de ayuda. “Hace tiempo que vengo lidiando con una depresión muy grande. Esa depresión me hizo caer en algunas adicciones como el alcohol y las drogas. Estoy en un momento en el cual mi vida se me está yendo de las manos y lo quería compartir con ustedes. Estoy con tratamiento psiquiátrico, tomando medicaciones. Tengo una enfermedad específica: falta de autoestima, depresión. Muchas veces vuelvo a caer en mis adicciones por enojo. Caigo en la autodestrucción y eso destruye también a la gente que tengo alrededor”, se sinceró.