Formado en las divisiones inferiores de Gimnasia y Esgrima de La Plata, donde compartió equipo con Milton Casco y Nacho Fernández, a quienes hoy disfruta como hincha de River; Emiliano López orientó su carrera con un instinto fundamental: la motivación. Fue el deseo de toparse siempre con nuevos desafíos lo que lo llevó a aventurarse desde el ascenso argentino al fútbol de Guatemala, donde metió tantos goles que hasta le ofrecieron naturalizarse para ser parte de la Selección.
También, ese mismo impulso lo situó en Venezuela, deseoso de disputar una Copa Sudamericana con Atlético, en tiempos de estallido social. E incluso lo que con 35 años lo encuentra en Central Norte de Salta, equipo con el que se dio el gusto de enfrentar a Boca por Copa Argentina y con el que confía en lograr el ascenso a Primera Nacional.
-¿Cómo se dio tu llegada al fútbol de Guatemala?
-Un representante pasó un video mío a Deportivo Suchitepequez y lo vio Walter Claverí, que después fue técnico de la Selección. Yo lo sentí como la oportunidad de empezar a hacer un nombre. Gracias a Dios ese año hice muchos goles. Tuve varias ofertas, tanto en Guatemala como en Honduras y Costa Rica, pero me decidí por Comunicaciones y me quedé allá unos años más, hasta que me fui a Venezuela.
-Fuiste ídolo allá…
–El paso por Comunicaciones me encantó. Creo que fue una de las mejores etapas de mi carrera. Me generaba una motivación tremenda a la hora de jugar. Fue lo mejor de mi carrera en cuanto a lo futbolístico, porque hacía goles en casi todos los partidos, tenía una confianza tremenda. Vestir la camiseta de un equipo grande te hace estar al cien partido a partido. Salvando las distancia, las hinchadas tratan de asemejarse a las argentinas. De hecho copian muchas canciones. No es lo mismo, pero te hacen sentir ese clima.
-Siendo Comunicaciones un gigante de Centroamérica, ¿se viven presiones similares a las que existen en los clubes grandes de Argentina?
-Es una presión constante. Me ha pasado a mí y lo he vivido con compañeros. En el caso de un delantero, cuando pasan dos o tres partidos que no hacés goles, ya la gente te lo hace saber. Es la exigencia de un club grande y uno trata de convivir con eso. Para eso entrena, para eso juega al fútbol. En un equipo que no te exige, no te motiva jugar. Por eso digo que me gustó tanto el paso por Comunicaciones. Los clásicos con Municipal se vivían de una manera terrible. Me ha tocado jugar Concachampions, contra el Galaxy de (Steven) Gerrard. Tenían a Giovani Dos Santos, Roy Keane, que nos hizo un gol. Allá perdimos feo, pero fue un resultado mentiroso. En Guatemala les sacamos un empate.
-¿Cómo era el trato con esas figuras europeas que llegaban a Estados Unidos a cerrar sus carreras?
-Para mí, eran uno más. Yo los iba a chocar en las divididas como a cualquiera. Igual que a uno en el Federal. Por ahí se enojan un poco, tienen el ego más alto, pero esto es fútbol. Lo mismo me pasó con Lema, jugando contra Boca. Yo iba al choque, no tengo problema.
-¿Se puede hacer en el fútbol de Centroamérica una diferencia económica?
-Si andás bien, sí. Yo gracias a Dios, jugando afuera, me pude comprar mi casa, mi auto y hasta despilfarrar un poquito de plata también, jaja. Si andás bien y te proponés, en un par de años hacés una diferencia. Comunicaciones es un club que paga muy bien.
-¿Te quisieron nacionalizar o fue un rumor que instalaron allá?
-Quisieron. Pero era una cuestión de tiempo, porque para poder hacerlo tenía que estar cuatro años en el país radicado o tener una especie de nombramiento del presidente, como un decreto. Yo andaba bien y se hablaba mucho de querer nacionalizarme. En ese momento Guatemala no tenía muchos nueve, salvo El Pescado (Ruíz) que ya estaba grande. Me lo plantearon. De hecho dije que sí. Después no recuerdo bien que pasó. Algunas personas estaban de acuerdo, otras no. La gente de Municipal, por ejemplo, muy de acuerdo no estaba. Había salido en todos los diarios. Después se optó por no. Encima en aquellos años (2016) había salido la suspensión de dos años para la Federación, por la FIFA, así que ni siquiera jugaba la Selección.
-¿Fue el mismo caso de corrupción que terminó con la presidencia de Blatter en FIFA?
-Era un tema de estatutos. Como si acá el Ministerio de Deportes se metiera con las normas de la FIFA. El que estuvo en ese quilombo fue el presidente de Concacaf en ese momento (Jack Warner), que era el de Trinidad y Tobago. Nosotros enfrentamos a un equipo de allá por Concachampions (Central FC) y se notaba la influencia. En el cuerpo técnico eran todos holandeses y estaban desarrollando mucho el fútbol. ¡Claro! si el loco estaba re metido. Tiraba plata para todos lados. En esos años, en Guatemala, también había un tema con el doping, muchos positivos, muchas quejas. Venía toda una trama media complicada. Pero si se me hubiese dado lo de la Selección, me tiraba de cabeza.
-¿El paso por Venezuela lograste disfrutarlo?
-Desde lo futbolístico lo disfruté mucho. Me gustó el fútbol venezolano y me fue bien, gracias a Dios. Por ahí en lo extrafutbolístico me tocó vivir creo que lo peor que le pasó al país. En 2017, día por medio era una marcha y era un quilombo. Yo me tenía que encerrar en el departamento porque empezaban a tirar gas lacrimógeno, no podías salir a la calle. Era difícil. Por eso después, aunque el presidente no quería que me vaya, yo me tomé un avión y me vine para Argentina. Ya acá, charlando por teléfono, él entendió mi postura y accedió a darme el pase, porque me quedaban seis meses de contrato todavía.
-¿Cómo tomás la decisión en ese momento?
-Estábamos con Jonny Herrera, que ahora está en Riestra. Nos miramos y nos dijimos ‘vamosnos a la mierda’. Le avisamos a nuestras familias, sacamos los pasajes y nos fuimos al carajo. Fue por lo extrafutbolístico, porque el club nos había tratado fenómeno. Y el torneo era muy lindo de jugar, muy competitivo.
-¿Para ustedes era fácil conseguir vuelo?
-Sí, porque cuando vos ganás en dólares allá es todo más fácil. Era irnos o quedarnos sufriendo, sin saber qué iba a pasar. Salías a la calle y no sabías si volvías. Yo estaba en pareja, pero en abril ya decidí quedarme solo porque era peligroso. Hubo un día que nosotros jugábamos contra Palestino, partido de vuelta de Copa Sudamericana, y a Nacho González se le ocurrió entrenar a la tarde. Nosotros no pudimos llegar a entrenar. Si entrenábamos a las 6, habremos llegado 7.30. Y habíamos salido dos horas antes de lo previsto. Con un estadio que nos quedaba a 20 minutos. Estaba todo prendido fuego por todos lados. Y de noche, imposible salir.
-Con la comida, los insumos, ¿tenían mayor facilidad de acceso por ser futbolistas extranjeros contratados?
-Todo era un quilombo. A mí me salía más barato ir a comer a un shopping o a un restaurante que encontrar comida. Directamente no había. Nosotros como jugadores extranjeros vivíamos también el desabastecimiento. Mentira que te conseguían. Yo tenía un supermercado a la vuelta que cuando llegaba el arroz y esas cosas básicas tenía colas y colas interminables. De hecho me decían ‘venite dentro de dos horas’, porque le daban prioridad a los venezolanos. Les pedían el documento para ir a comprar. Yo directamente iba y comía en un restaurante, que me salía uno o dos dólares.
-Habiéndolo vivido, ¿qué te pasaba cada vez que escuchabas que Argentina iba camino a convertirse en Venezuela?
-Yo lo asemejaba mucho. Yo se lo dije a mi vieja en 2017, que nosotros íbamos camino a ser Venezuela. En muchas partes del país pasa. Nosotros somos un país tan grande que depende donde estés lo notás más o menos. Allá las marchas eran multitudinarias y yo decía ‘bueno, en algún momento va a caer Maduro’. Pero nada. Si están con los militares, tienen el sistema judicial intervenido, la televisión. Manejan todo. Es más, a las televisoras internacionales no las dejaban entrar. Me acuerdo en aquel momento, que los de Caracol (Colombia) televisaban desde un edificio y no podían encontrar desde dónde salían. Yo he visto cada cosa. Nosotros entrenábamos en un regimiento militar. Y si se les ocurría no dejarnos entrenar, no entrenábamos.
-¿Estaban muy encima del deporte?
-Se involucraban en el deporte siempre que estuvieran a favor de maduro. Cuando yo llegué al país, nos aclararon que no podíamos dar ninguna entrevista hablando mal del régimen. La misma gente del club te lo avisaba. El dueño del club, el presidente, no me acuerdo si era primo, tío o qué cosa de Maduro. Y metía plata también. Por eso entrenábamos en el regimiento que estaba adentro de Miraflores. El país en cuanto a clima, paisaje, hermoso. Lo que es infraestructura, parecía que todo se iba a caer a pedazos. Me dijeron que fue cambiando mucho, porque al no poder sacar la guita afuera están invirtiendo en Venezuela.
Boca, otro desafío especial
Como hincha de River al que Marcelo Gallardo le devolvió el fanatismo, Emiliano López se dio el gusto el pasado 23 de marzo de enfrentar a Boca por Copa Argentina, lo que le permitió además reencontrarse con Diego Martínez, entrenador que lo dirigió en Estudiantes de Buenos Aires y con el que llegó a semifinales de dicha competencia, perdiéndose justamente el duelo ante El Millonario.
-¿Fue uno de los partidos más importantes de tu carrera?
-Todos quieren jugar contra Boca, River. En 2019, con Estudiantes de Caseros, justamente me perdí la semi con River. Sí estuve con Colón, que le ganamos los cuartos de final a un equipo que era finalista de la Copa Sudamericana. Ese día puso todos los titulares y le ganamos por penales. Obvio que jugar con Boca nos representaba a todos un partido muy importante. Gracias a Dios he jugado partidos importantes en mi carrera.
-A pesar de la rivalidad, mangueaste camiseta…
–Me llevé camiseta de Benedetto y pantalón de Marcos Rojo, más que nada para guardarlos, porque mi viejo y mi hermano más grande son hinchas de Boca y obviamente me pidieron que les consiga algo. Ahora lo estoy analizando y seguramente me guarde la camiseta para tenerla de recuerdo, porque son partidos que no se da siempre jugar. También veo a Boca, porque lo tuve a Diego (Martínez) en Estudiantes y sé cómo es su manera de jugar. No me sorprendió para nada lo hecho por Boca contra nosotros, porque es una manera de jugar muy parecida a la que teníamos. Sé que le va a ir muy bien con Boca también, por la calidad de técnico que es.
Jugar con Ronaldinho, una fiesta
Si de grandes experiencias se trata, Emiliano López se dio el gusto de compartir cancha con Ronaldinho cuando este fue invitado a participar del Partido de las Estrellas en Guatemala, en 2016, también recordado como El Clásico de la Alegría por enfrentarse los planteles de Comunicaciones y Municipal reforzados por invitados especiales.
-¿Muy distinto?
-Lo tuve como compañero y rival. Ya verlo parar la pelota es totalmente diferente a todos los que he visto jugar. Un mapa tenía en la cabeza. Era un crack. Después me invitaron al tercer tiempo, pero no fui.
-La peor decisión de tu vida…
-Puede ser. Y él ya había llegado medio caravaneado igual…