A River lo robaron, lo afanaron. Este muchacho Anderson Daronco es un ladronzuelo. Ya lo demostró hace seis años en el Monumental, cuando choreó a Independiente en el penalazo de Javier Pinola a Martín Benítez que ni siquiera fue al VAR.
Anoche debió haber expulsado a dos jugadores de Nacional, a Leandro Lozano por un planchazo criminal contra Rodrigo Aliendro y después a Franco Romero que le metió una piña tremenda a Paulo Díaz. Dicho sea de paso, el único que se la bancó en serio en ese tumulto fue el defensor chileno.
Si analizamos lo que vino tras Daronco y el VAR, era River 2 a 0 arriba, 11 contra 9 y partido liquidado. Daronco lo hizo otra vez, choreó otra vez. Alejandro Domínguez tiene la posibilidad de sacar de circulación a este tipo que la verdad no sirve para nada. Que vaya al gimnasio a hacer pesas, pero para dirigir no sirve.
Diego Polenta dijo “esto es la Copa Libertadores”. Bárbaro, poné huevos, atacá, lo que vos quieras, pero piña y planchazo es roja acá en la Libertadores, en la Champions League y dónde sea.
¿Qué le faltó a River? Mayor espiritualidad. Ayer estaba consiguiendo un triunfo que, para mí, lo dejaba como candidato en la Copa, con un equipo contragolpeador con Facundo Colidio y Miguel Borja como doble 9. Pero no te pueden pasar por arriba estos matones uruguayos.
Tenés que mostrar más sangre. A River le faltan caudillos como Oscar Ruggeri, el Tano Guitérrez, o el Tolo Gallego, que ya no sé si existen en este fútbol.
Mi única crítica para Martin Demichelis es que cuando los periodistas le cuestionaban la pretemporada y sus planteos, tendría que haber defendido a sus jugadores. “¿Cómo que no corremos? Cómo que la línea de 5 no funciona? Cómo que nos pasaron por arriba? Nos chorearon”, eso es lo que esperaba de Demichelis.