Facundo Luis Villalba, popularmente conocido como Luigi es recordado por los hinchas de River por diversos motivos. Aquellos que tienen más de 30 no olvidarán jamás aquel gol a Boca en el histórico 3 a 3 del Clausura 97, pero los más jóvenes lo tendrán por su paso como formador en el club, tanto en la Octava como en la Quinta y también en la Reserva. Allí tuvo a varios de los actuales cracks que la rompen en la Selección Argentina y en los clubes más importantes del mundo, como es el caso de Julián Álvarez, Enzo Fernández o Exequiel Palacios.

A Luigi llegar al éxito le costó. Nacido y criado en Dock Sud, en una familia humilde con un papá cartero que, pese a volver cansado del trabajo, no dudaba un segundo en hacer una hora y media en colectivo para que Facundito se forme en River, club del que es hincha, pese a que su núcleo familiar sea todo de Boca. En diálogo con Bolavip, Luigi repasó su historia, desde sus inicios hasta los días que corren.

-¿Cómo aparece el fútbol en tu vida?

-Mi primer recuerdo a los cuatro años, en un club de mi barrio que se llamaba Disneylandia, ja. Ahí jugaba con mi hermano, que es cuatro años mayor que yo. Me acuerdo que volvía del colegio a las 12 y ya a la una estaba jugando al fútbol, éramos todos vagos en mi barrio. Yo me crié en unas torres, unos monoblocks y ahí éramos 10 o 12 que vivíamos jugando al fútbol.

-¿Cuándo te diste cuenta que podías llegar a ser profesional?

-En realidad no pensaba que podía ser jugador profesional. Sí me daba cuenta que tenía facilidad, que agarraba la pelota y me sentía cómodo, hacía cosas que otros chicos -a esa edad- no hacían. A mí me gustaba jugar, hacer goles, gambetear, dar un pase y me acuerdo que cuando tenía nueve años apareció mi viejo y me preguntó si quería ir a River. Para mí River era tocar el cielo con las manos. Yo era la oveja negra de la familia, porque eran todos de Boca, pero a mí me gustaba River y me hice hincha.

-¿Cómo te hiciste hincha de River?

-A mí me gustaba ir a la cancha. Alguna vez me llevaron a la de Boca, también mucho a la de Argentinos para ver a Maradona, pero a mí de chiquito ya me gustaba River, por la camiseta y también por Mostaza Merlo, yo lo admiraba mucho a él, fue mi primer ídolo.

Si bien primero lo intentó en otros clubes, a los nueve años se fue a probar al club de sus amores y, tras algunas pruebas quedó.

-¿Cómo fue tu llegada a River?

-Yo me había probado en Racing e Independiente porque me quedaban cerca, pero ninguno me había dado mucha bola. Me dieron quince minutos en una práctica y nunca más. Entonces mi viejo me dice de ir a River y yo encantado. Me acuerdo que teníamos como una hora y cuarto de viaje en micro y él volvía de trabajar, era cartero que caminaba toda la mañana, y cuando llegaba me llevaba a River, me acuerdo y me emociono por todo el sacrificio que hizo por mí. Y bueno, en River hice tres pruebas y me llamaron para que vuelva.

Villalba y toda una vida unido a River. (Foto: Gentileza Luigi Villalba).

-En las Inferiores de River compartiste con varios que después tuvieron una gran carrera…

-Sí, claro. Matías Almeyda por ejemplo, que hizo una carrera espectacular. Pero también estuve con varios que pintaban muy bien y después no llegaron. Me acuerdo del caso de Gabriel Fraga, también de Gustavo Insaurralde, que desde Novena se decía que iba a ser crack en la Primera de River y no llegó, inclusive estuvo en la Selección Argentina Sub 20.

-En tu experiencia como formador, ¿por qué crees que se dan casos así?

-Yo creo que hay dos aspectos fundamentales. El primero es la ambición que tenga el jugador, y más es un club de la exigencia de River. Pero también es muy importante el formador, que acompañe y guie. Las dos cosas son fundamentales.

En 1993, Luigi Villalba debutó en la Primera de River con Daniel Passarella como entrenador. Fue ante Argentinos Juniors en la cancha de Ferro y le tocó ingresar por Ariel ortega a falta de diez minutos para el cierre del encuentro.

-¿Qué recordás de tu debut en Primera de la mano de Passarella?

-Fue muy lindo. Yo no sentí mucho la presión, porque yo estaba hacía más de un año en Reserva, tenía 19 años y me acuerdo que llegué a entrenar con la Reserva, era un día de semana y me dicen en utilería que no me iban a dar la ropa. Me cagué todo porque pensé que me echaban, ja. Pero después me dijeron que vaya a buscar la ropa al vestuario de Primera. Había que completar un partido contra Argentinos en cancha de Ferro. Fui al banco y Passarella me llamó para que entre por Ortega. Nosotros no teníamos teléfono, me acuerdo que llamé a mi tía, que vivía frente a nuestra casa y pude hablar con mi mamá para contarle que iba a jugar en Primera. Fue mucha la emoción de poder cumplir ese sueño con la camiseta de River.

-¿Qué me podés decir de Passarella?

-Yo voy a decir siempre lo mismo de él. Me marcó muchísimo, como jugador y como persona. También lo hizo con Ortega, Gallardo, Almeyda, Crespo y puedo seguir. Para mí fue muy importante, yo vengo de una familia muy humilde y el fútbol era una apuesta y que él me haya dado la oportunidad de poder mostrarme, creyó en mí y eso lo valoro mucho. Daniel era muy recto y eso me ayudó mucho a mí.

-Ya afianzado en Primera, compartiste plantel con Francescoli, Ortega, Gallardo. ¿Cómo era un entrenamiento en ese River?

-Bueno, yo estaba en Disney… volví a Disneylandia, ja. Estar con Ariel (Ortega) que es mi ídolo futbolístico y poder entrenar con él, Cruz, Salas, Francescoli, Medina Bello y podría decirte a muchos más, fue algo espectacular. Y muchos podrán decir que jugué pocos partidos y la verdad que sí, estaba peleando un puesto con gigantes, era una hormiga contra un monstruo, pero siempre me la rebuscaba para poder estar y, mientras no estuve lesionado (tuvo dos lesiones graves en la rodilla) siempre que me tocó algo bueno hice, por eso estuve tanto tiempo en un club como River en esa época. Soy un agradecido por haber podido vivir eso. Me acuerdo que una vez empezamos una pretemporada y éramos poquitos y claro, todos estaban en la Selección Argentina, en la de Uruguay, en la de Paraguay.

Luigi y el Burrito. (Foto: Gentileza Luigi Villalba).

Históricamente, se dijo que Ramón Díaz solamente triunfó en River por el gran plantel que tenía. Para Luigi Villalba eso no fue así.

-¿Por qué crees que se le quería bajar el precio a Ramón Díaz diciendo que cualquiera sacaba campeón a ese River?

-Eso lo dice la gente que la ve de afuera. Es verdad que Ramón siempre recibió planteles espectaculares, pero él sabía a quién poner y en qué momento. Con Ramón soy muy respetuoso por logró cosas importantísimas, sobre todo, jugando muy bien.

-Había dos líderes muy fuertes como Ramón Díaz y Enzo Francescoli, ¿cómo ese vestuario de River del 96 o 97?

-Siempre se respetaron mucho. A veces escucho que los planteles o los entrenadores se llevan de tal o cual manera, pero la única verdad es que si alguien se sale de la línea contrata a otros jugadores o a otro entrenador. Nosotros sabíamos muy bien dónde estábamos y hacia dónde teníamos que ir. Estuve en todos los planteles entre 1993 y 1997 y nunca vi nada raro, lo único que vi eran jugadores y entrenador que solo querían ganar.

-¿Cómo era Francescoli como líder?

-Lo primero que me acuerdo es que cuando llegó se sorprendió por la cantidad de chicos que había en el plantel, pero había mucho talento también. Demostraba lo ganador que era y la mentalidad que tenía. No me quiero olvidar de otros líderes, como Corti, Astrada, Berizzo, el paraguayo Ayala, el Ratón Ayala, el Mono Burgos y puedo seguir. Tengo un gran recuerdo de todos ellos, me marcaron.

Francescoli levanta la Libertadores del 96. (Foto: @RiverPlate).

El 26 de junio de 1996, River derrotó 2 a 0 a América de Cali en el Estadio Monumental y obtuvo su segunda Copa Libertadores.

-¿Qué significó para vos la Copa Libertadores 96?

-Para mí fue algo bárbaro. Me tocó transitarla recuperándome de una lesión en la rodilla. Pude jugar un partido donde hice un gol, pero después me lesioné y la tuve que ver desde afuera. Me acuerdo del recibimiento de la final y se me pone la piel de gallina. Me tocó estar con muletas al costado de la cancha, donde Córdoba se queda corto en el despeje y viene el gol de Crespo, fue algo espectacular.

Hernan Crespo anotó los dos tantos de River ante América de Cali en la gran final. (Foto: @RiverPlate).

-Del recordado 3 a 3 contra Boca en el 97, hiciste uno de los goles. ¿Cómo fue levantar un 0-3 en el Monumental contra el clásico de toda la vida?

-Habrá sido sexta o séptima fecha. Yo me había recuperado hacía poco de la lesión esa que me dejó afuera del tramo final de la Libertadores 96 y Ramón me citó para ir al banco y estaba con el Pipa Gancedo me acuerdo que nos queríamos morir porque nos decíamos ´Somos unos mufa´. Futbolísticamente nos estaban pasando por encima. Me acuerdo que cuando vamos al vestuario en el entretiempo (ganaba Boca 3 a 1) la platea le pedía a Ramón que me ponga y yo me agarraba la cabeza, ja.

-¿Cómo fue ese entretiempo?

-No sé qué pasó en el vestuario, pero no se escuchaban gritos, yo estaba haciendo el calentamiento porque iba a entrar. La verdad que ese gol me marcó, mirá que yo había jugado bastante en el título del 93, también había sido campeón en el 94 y 96, pero ese gol me marcó para siempre.

El histórico gol de Villalba a Boca para poner el 2-3. Luego, Celso Ayala pondría el 3 a 3 definitivo. (Foto: Gentileza Luigi Villalba).

Tras 14 años en River -entre Inferiores y Primera División- Luigi Villalba se fue de River al Atlas de México.

-¿Por qué te fuiste de River?

-La verdad que yo no me quería ir. Me acuerdo que ya me habían venido a buscar desde Japón, también de Platense, pero yo quería seguir en River. En el 97 me avisan que me habían vendido a México, y yo sentí que no querían que esté ahí. Ya había dejado pasar algunas ofertas. Me acuerdo que cuando fui a firmar los papeles, me preguntó el presidente si estaba contento y lo miré y le dije que no.

-¿Cómo fue tu paso por Atlas de México?

-La adaptación a México me costó la verdad. La decisión de comprarme fue del presidente y del vicepresidente y me vendieron como que era el Maradona y el entrenador, que era Ricardo La Volpe, me dejó bien claro que él no me había pedido. Entonces todo fue cuesta arriba. No voy a negar lo que fue y es La Volpe como entrenador adentro del campo, pero afuera no te hace sentir cómodo. Encima yo venía de River donde me trataban muy bien y el cambio fue muy importante.

Para 1998, Villalba regresó a Argentina para jugar en Racing, allí comenzó de la mejor manera, pero su cabeza le jugó en contra y tuvo que convivir con ataques de pánico.

-Volviste a Argentina para jugar en Racing, ¿cómo fue esa experiencia?

-Yo no la estaba pasando bien en México y conocía al vicepresidente de Racing del barrio, de cuando éramos pibes y me preguntó si quería volver a Argentina y no lo dudé, Racing es un club muy importante. Me acuerdo que se había armando un lindo equipo, teníamos a Cappa como entrenador. Es más, arrancamos la Mercosur y le hice goles de local y de visitante a Corinthians. Eso fue en el primer año, ya en el segundo había mermado. Ahí empecé a pasarla mal, tuve algunos ataques de pánico.

Villalba jugó en Racing entre 1998 y 1999.

-¿Qué te pasó?

-No tenía la cabeza bien enfocada. No es por quejarme, pero se me plantó la cabeza a los 25 años. Desde los 19 que venía jugando sin parar, ahora ya era papá, entonces me di cuenta de la responsabilidad que tenía en la vida. Me explotó la cabeza, se me hizo todo cuesta arriba, pero pude salir adelante.

-Ahora se habla mucho más de salud mental, ¿cómo fue atravesar esa situación en ese momento?

-Era dificilísimo. En ese momento, el que iba al psicólogo era porque estaba loco. Fue muy difícil no poder hablarlo con nadie, solamente con mi familia que me apoyó siempre. En ese momento no veía una luz al final del túnel, ves todo muy negativo. Con mi esposa salimos de familias muy humildes y uno no quiere volver a eso y menos cuando tenés una hija. Me pude reponer gracias a la ayuda terapéutica y también a mi familia.

-¿Cómo transitaste la quiebra de Racing?

-Al principio no entendíamos nada, no sabíamos de qué se traba una quiebra. La verdad que siempre se decía que los jugadores de Racing no cobraban, pero después de esa situación empezamos a tener de todo. Creo que tocar fondo, sobre todo con los hinchas que tiene Racing, hizo que después mejore la situación.

Popularmente siempre se dijo que Arsenal de Sarandí consiguió el ascenso a Primera División en el año 2002 porque Julio Grondona -presidente de la AFA en ese entonces- había fundado el club.

-En 2002 ascendiste a Primera con Arsenal, ¿cómo te caía que se decía que lo consiguieron por ser el equipo de Grondona?

-Que bien me viene esta pregunta para poder decir lo que pienso. Te voy a decir algo que es real y después está el archivo y el archivo no miente. Nosotros llegamos a la final -partido de ida y vuelta- y en cada final nos cobraron un penal en contra y el último cuando empatábamos 1 a 1. También nos echaron a un jugador y fuimos 10 contra 11, y no te escondo nada, eso es el archivo de lo que pasó.

Luego de un breve paso pro Defensa y Justicia, Luigi regresó a la actividad profesional para jugar en Dock Sud, el club de su barrio.

-¿Tomaste la decisión de retirarte en Dock Sud por haberte criado en el barrio?

-Yo había dejado de jugar en Defensa y Justicia y estuve un tiempo sin jugar, no me animaba a decir que estaba retirado porque no lo sabía. Una vez me encuentro con un dirigente de Dock Sud que me hizo saber que quería que juegue en el club porque yo una vez había dicho que lo iba a hacer. Entonces me preparé físicamente y volví. No jugué mucho porque yo sentí que físicamente no ayudaba a mis compañeros, además en esa categoría era todo pelotazo y yo tocaba pocas pelotas, entonces un día fui al entrenamiento y avisé que me iba. Me acuerdo que los chicos me pedían que me quede, pero yo sentí que nos los podía ayudar. Si algo me caracterizó siempre a mí fue la honestidad.

Luigi con el Mencho Medina Bello viendo a Dock Sud. (Foto: Prensa Dock Sud).

-¿Cómo fue el día después?

-Los primeros meses estuve muy angustiado porque sabía que no iba a volver a jugar al fútbol. Me preocupé porque yo ya había pasado por una situación parecida. Pero al poco tiempo apareció la posibilidad de jugar en el Senior de River y para mí todos los lunes era sagrado porque era el día que jugábamos. Me acuerdo que me cuidaba con las comidas, que trotaba unos 7 u 8 kilómetros por día, era mi motor. Estando ahí en River me hicieron saber que me querían para el Fútbol Formativo.

Tras haber sido jugador de club por 14 años, Luigi Villalba regresó a River en 2009 para sumarse al equipo formativo. Entre Infantiles, Octava, Quinta y Reserva estuvo once años trabajando en River.

-¿Cómo fue esa etapa en River?

-Fueron once años. Empecé en Infantiles, después pasé a Octava, también en Quinta División y después estuve cinco años en Reserva. Al principio pensé que no iba a poder disfrutar mucho, más que nada por lo duro que es dejar a un chico afuera, pero después se me pasó porque me mentalicé en ser quien los ayude a cumplir sus sueños y la verdad que me encantó. Tengo grandes recuerdos de la Octava, también de la Quinta y sobre todo de Reserva porque me sentía muy capacitado. A mí los resultados no me importaban nada, lo importante era formar a los chicos.

-Tuviste a cracks en la Reserva como es el caso de Julián, Enzo o Palacios, ¿qué sentís cuando ellos se acuerdan de vos?

-Me emociono, tengo todo en mi cabeza y en mi corazón. No me quiero olvidar de nadie, seguramente me olvide de alguno y le pido perdón y me siento un privilegio de haberlos entrenado. Petroli, Centurión, Martínez Quarta, Montiel, Facu Medina, Santiago Sosa, Rollheiser. Todos te van a decir que era muy exigente porque hay que ser así para lograr una evolución. El otro día escuchaba a un entrenador de Reserva decir que se cumplió el objetivo, pero ¿de qué objetivo me estás hablando? El objetivo es que lo jugadores lleguen a Primera y que se sientan jugadores importantes.

Exequiel Palacios. (Foto: Prensa River).

-¿Qué veías en Julián Álvarez?

-Técnicamente era espectacular. Nosotros lo subimos a Reserva y en su categoría no era titular indiscutido, tenía adelante a Galván y a Benítez. Repito, técnicamente era muy bueno y lo importante que él tenía es que era un desfachatado total. Yo conversé mucho con él, me acuerdo que tenía 17 o 18 años y en una final no le tocó entrar y me preguntó por qué, le dije que se quede tranquilo, que era chico, que se deje de romper las pelotas y que se dedique a evolucionar, que venía muy bien en serio. Ahora es un jugador de elite y es una caricia al alma verlo como está jugando.

Julián Álvarez. (Foto: Prensa River).

-¿Qué sentís cuando esos chicos se acuerdan de vos y te agradecen públicamente?

-Es emocionante, una caricia al alma la verdad. Cuando uno está bien te saca una sonrisa, pero cuando uno está triste o está afuera del fútbol, ver y escuchar eso es un envión anímico importante. Cuando uno está afuera del fútbol piensa que todo lo que hizo es una mierda, pero escuchar a estos chicos hablar bien de uno te levanta el aura.

En 2020, Marcelo Gallardo decidió realizar algunos cambios en las Inferiores de River y uno que salió fue Luigi Villalba tras cinco años al frente de la Reserva.

-¿Por qué te fuiste de River en 2020?

-Sentí una gran tristeza. Sentí que no tenía que salir de ahí en ese momento. Después vino Marcelo (Gallardo) y me dio algunos motivos, uno de ellos para mí no era importante. Él decía que era muy intenso y yo siento que no es así. Entiendo que él estaba en todo su derecho de elegir al entrenador de Reserva que él quiera. Yo siento que hicimos un trabajo espectacular y se ve reflejado.

Once años fueron los que trabajó Luigi Villalba en las Inferiores de River. (Foto: Prensa River).

-¿Cómo fue trabajar codo a codo con Gallardo esos cinco años?

-Más que codo a codo te diría que fue espalda con espalda. Tenía una gran comunicación con Matías Biscay y Hernán Buján. De hecho, hubo meses enteros que estuvimos sin un día libre, porque a veces entrenábamos con los chicos que no les tocaba concentrar.

Luego de estar once años como formador en River, asumió como DT principal en la Primera de San Martín de San Juan.

-¿Cómo fue tu experiencia en San Martín de San Juan?

-Llegamos y había un plantel muy rico para la categoría. De hecho, en el primer semestre me sentí muy identificado con el equipo, la forma de jugar. Tuvimos mala suerte en algunos partidos que nos empataron sobre la hora, pero creo que hicimos un buen trabajo. Ya después hubo un recambio importante en el plantel, costó entrarle al jugador y tomé la decisión de irme cuando me dijeron que tenía que cambiar la manera.

A comienzos de 2024 llegó a Almirante Brown, un equipo sumamente popular de la Zona Oeste del Gran Buenos Aires que tiene a Maximiliano Levy como presidente. Luigi estuvo apenas dos partidos en el banco de suplentes hasta que se fue.

-¿Qué pasó en Almirante Brown?

-Solamente te puedo decir que con el presidente vivimos y sentimos el fútbol de una manera muy diferente.

Luigi Villalba dirigó apenas dos partidos en Almirante. (Foto: Prensa Almirante Brown).

Luigi es un hombre del fútbol, supo tocar el cielo con manos en el club de sus amores, atravesó distintas situaciones, estuvo también como formador y tuvo la oportunidad de aportar su granito de arena en la formación de cracks que hoy en día deslumbran en la Selección Argentina y en los clubes más importantes del mundo. Ahora se largó como entrenador principal y tras experiencias en algunos clubes del ascenso no dudará en seguir intentándolo, aunque tiene claro que si le toca volver a las formativas de algún club lo haría sin problema.