He tenido invitaciones desde Argentina para jugar el Mundial de Clubes“, es la frase que repercutió en todo el mundo del fútbol este sábado. La sentencia procedía de la boca de nada menos que Cristiano Ronaldo. La bomba estalló y el enigma se reducía a solo dos destinos: Boca o River. Con las alarmas encendidas, poco tardó en conocerse que el trasfondo de aquella situación comenzó a elaborarse con paciencia y silencio en el mes de mayo, con un llamado que partió desde Núñez.

Sí, según pudo saber Bolavip, el interés que recibió CR7 desde el fútbol argentino fue nada menos que de River. Especialmente de Marcelo Gallardo, quien tomó el teléfono y marcó un número que pocos en el mundo se animarían a discar. Del otro lado, atendió Cristiano Ronaldo.

El Muñeco no fue con rodeos: le propuso sumarse al Millonario para disputar el próximo Mundial de Clubes 2025. Una única bala, a todo o nada. La respuesta fue elegante, pero concluyente: el astro se limitó a agradecer el gesto. Igualmente, este sábado reconoció el interés y dejó en claro que no le cierra las puertas a vivir una experiencia en el fútbol argentino.

Lo más impactante es que Gallardo no improvisó. Semanas atrás, tras el empate 1-1 frente a Universitario, le habían preguntado con tono liviano si alguna vez soñaba con tener a CR7 en River. Su respuesta fue un simple “no hago nombres” acompañado de una sonrisa socarrona. En ese momento pareció una frase sin vuelo, donde todo se limitaba a risas y sueños que parecían impensados. Hoy, aquella secuencia se resignifica por completo. El Muñeco lo intentó.

Cristiano Ronaldo le atendió una llamada a Gallardo (Getty Images).

La posible relación a la que Gallardo se aferró para convencer a Ronaldo

¿De dónde nació el impulso del Muñeco para intentarlo? Posiblemente del respeto mutuo que ambos construyeron durante el breve paso de Gallardo por Arabia Saudita, en enero de 2023. Aquel amistoso que el DT dirigió entre el Riyadh Season Team y el PSG de Lionel Messi hizo que tenga bajo sus órdenes y con la cinta de capitán a Cristiano.

Compartieron entrenamientos, charlas privadas y hasta un emotivo abrazo al salir reemplazado. Un año después, Gallardo usó ese vínculo para intentar lo imposible.