Hay que dejar de llorar por lo menos 50 años. En la previa de la Copa América, mucho se habló de que la Selección Argentina tenía el favor de los arbitrajes a la hora de ganar los diferentes títulos. El periodismo y, sobre todo, las redes sociales menospreciaron el trabajo de la ‘Albiceleste’ a partir de los distintos penales que se fueron sucediendo.
En la final de dicha Copa América, Colombia usó ese argumento: desde el alcalde de una ciudad importante hasta jugadores, hinchas y periodistas. Todos en la opinión pública fueron diciendo que fue favorecida en dicha final. ¿A título de qué? Vaya uno a saber.
La Selección Argentina ganó bien esa Copa América. El mejor equipo fue Colombia. Pero las finales hay que ganarlas y la ‘Albiceleste’ lo hizo con el gol de Lautaro Martínez para consagrarse por cuarta vez en el ciclo Scaloni. La ganó bien, de forma legal y jugando bien.
El llanto apuntó a que el seleccionado argentino hizo tiempo durante toda la final, como si no fuese algo válido, aunque eso no pasó. Opta tiene una estadística muy interesante sobre el peligro de las ejecuciones, de las posesiones que tiene cada conjunto. La paridad en la final de la Copa América es notoria de acuerdo a lo repartido que estuvo el peligro entre ambos conjuntos. Mientras que en el partido de Eliminatorias, fue todo más tranquilo, sereno y plano. Una virtud de la Selección Argentina de Scaloni es saber defenderse con pelota. Manejar los tiempos no es un delito.
Sí es algo generalizado el llanto y, por lo tanto, hay que parar con esto por lo menos 50 años. Porque hay que decirlo: Colombia salió favorecida del partido. Esto no es menospreciar al equipo colombiano, que es un enorme conjunto, una de las mejores cinco selecciones del momento. Pero, hay que entender que la estadística es cierta: se jugaron 44 minutos de los 100 a disposición y en el segundo tiempo, que duró 52:22, la pelota estuvo en juego en apenas 19 minutos y el árbitro Piero Maza sólo adicionó 7 minutos exactos.
Hacer tiempo o usar el VAR es algo totalmente válido. El problema es cuando sos demasiado minucioso para cobrar una instancia decisiva, el polémico penal de Nicolás Otamendi a Daniel Múñoz. Se necesitaron cinco cámaras, ir y volver para encontrar la falta. El VAR tiene que servir como herramienta para descubrir lo obvio o lo que está a la vista de todos, en cambio, si tenés que buscar la falta se pierde el sentido o la esencia.
Cuando Lionel Scaloni se queja, sin quejarse, y dice: ‘Daniel Múñoz fue el único que no protestó y lo felicité por eso’. El partido prácticamente después del penal no se jugó y el árbitro tuvo muy poca autoridad para hacer que la pelota circule. Una verdadera pena porque esto quita show, quita espectáculo, quita posibilidades.
La derrota duele, pero no repercute a nivel tabla. La Selección Argentina termina la doble fecha FIFA como líder, tiene la autoestima intacta y se recuperará en la próxima doble fecha: ante Venezuela y ante Bolivia.