Pintaba para ser la noche perfecta, pero terminó como la peor de las pesadillas. La noche en la que todos los fantasmas de Cruz Azul se pusieron de acuerdo y le propinaron la derrota más triste de su historia. Sí, el día en el que La Máquina perdió de manera imposible el título de Clausura 2013 a manos del América

Minuto 88, dos goles de ventaja sobre el América, un hombre de más en la cancha y un estadio Azteca repleto en el que solo se escuchaban las gargantas cruzazulinas. La fiesta estaba en su apogeo. Era el rival, el momento y el lugar idóneo para romper con 16 años de sequía. Cruz Azul estaba regresando a la grandeza por la puerta grande. 

El juego estaba decidido, o al menos eso creía todo el mundo. A Guillermo Álvarez Cuevas se le pidió bajar a la cancha para la ceremonia de premiación a casi 10 minutos de que terminara el juego. Por segunda vez en su historia como directivo, Billy iba en camino a levantar el título de Liga con su amado Cruz Azul.

El directivo llegó justo a la puerta de acceso a la cancha en el momento en el que el partido se volvió loco. Desde ahí y sin poder verlo supo que América había anotado el primero, y mientras él y su personal exigían el ingreso –la directiva de las Águilas como Peláez y Pepe Romano ya estaban en la cancha– el mundo se le vino abajo cuando sintió el estremecimiento del Azteca. Y sucedió: América ya había empatado. 

Regresó a su palco y vio desde ahí los tiempos extras y los penales, ya no bajó a la ceremonia de premiación.