Cuenta la historia del futbol que Cruz Azul nació en una localidad llamada Jasso, en Hidalgo, allá donde se encuentra una de las empresas más importantes de México, la cementera por la que ahora lleva su nombre: Ciudad Cooperativa Cruz Azul.

Esta tierra fue testigo del surgimiento de uno de los equipos más importantes de este país y también de sus primeros años en el futbol profesional. Lo vio consagrarse campeón para ascender a la Primera División y fue su casa hasta 1971, cuando en el modesto Estadio 10 de diciembre ya no cabía tanta grandeza.

Por lo que el equipo de la cementera emigró a la Ciudad de México, al que ahora es de nuevo su casa: el Estadio Azteca.

Fue el 6 de noviembre de 1971 cuando disputó su primer encuentro como local en el Coloso de Santa Úrsula, digno de su grandeza y su poderío. Tan digno uno del otro, que el cuadro celeste conquistó en esa cancha su tercera estrella, esa misma temporada. En agosto de 1972 después de vencer en la final por 4-1, ni más ni menos, que al América.

Pero no sólo consiguió la hazaña antes que el ahora acérrimo rival, sino que ahí se consagró como una verdadera Máquina: Fue monarca absoluto de la Liga mexicana de futbol en cuatro ocasiones más, además de conquistar una Copa México, un trofeo de Campeón de Campeones y dos de Concacaf. Lo normal, para un equipo que obliga a todos a llamarlo grande.

Los años más gloriosos de Cruz Azul, sin duda, se vivieron en la mítica cancha del Estadio Azteca, pero a pesar de ello, La Máquina tuvo que buscar una nueva casa. Fue en la Ciudad de los Deportes donde continúo su historia.

 

En el Invierno del 96 surgió el Estadio Azul, hasta entonces llamado Azulgrana debido a que Atlante disputaba ahí sus partidos de local. Era un inmueble más modesto, con capacidad para menos de la mitad de personas que le cabían al Estadio Azteca, 36, 600, y mucho más antiguo, de hecho es el más antiguo de la Primera División, al ser inaugurado en 1946.

Fue la obra magna, junto a la Plaza de Toros, del proyecto denominado como Ciudad Deportiva, el cual tendría canchas de tenis y frontón, albercas, un boliche, auditorios y hasta una zona comercial y residencial, no obstante, no se pudo concretar debido a las deudas de su dueño Neguib Simón Jalife, por lo que se vio obligado a vender ambos inmuebles a Moisés Cosío, abuelo del propietario actual, quien ya no quiso renovar contrato con el equipo en 2018.

Dicen, las malas lenguas, que ese estadio tenía una “maldición”, ya que ningún equipo que jugó como local ahí pudo salir campeón y Cruz Azul tampoco lo hizo. Fue hasta el año pasado, en abril, que disputó su último partido oficialmente en esta cancha y como dos de los recuerdos más amargos le quedaron las finales de Liga perdidas ante Pachuca en 1999 y contra Monterrey en 2009.

Pero no olvidemos los “coqueteos” que en 2001 tuvo con el Estadio Azteca, pues a pesar de ser local en el Estadio Azul, disputó la fase final de la Copa Libertadores en la canchas del Coloso de Santa Úrsula, donde uno de los mejores recuerdos, de ese torneo y de su historia, fue el triunfo ante uno de los gigantes de Argentina: River Plate, equipo ante el que selló su boleto a la gran final del torneo continental.

También tuvo un paso fugaz por la tierra en la que tiene sus raíces, ya que en 2002 disputó un partido de Liga ante Celaya y en 2013 ante Querétaro.

Finalmente, en el Apertura 2018, el cuadro cementero volvió a su antigua casa, en la que se presume se quedará por tres años más, ya que fue el plazo que fijó el vicepresidente Víctor Garcés para estrenar una nueva cancha, esta vez propia, pues el dueño será la Cooperativa La Cruz Azul.

Se espera que los dueños de Cruz Azul desembolsen una fuerte cantidad de dólares para poder concretar el proyecto y tenerlo listo para el 2023, por lo que el único gran problema, por ahora, es el lugar en el que se va construir, pues se ha hablado de lugares como la Ciudad Deportiva de la Magdalena Mixhuca, Cuautitlán, Iztapalapa y recientemente Tlalnepantla, en el Estado de México, siendo hasta ahora el lugar más viable para lograrlo.

Pero, ¿realmente a su afición le gustaría que tuviera sede fuera de la Ciudad de México? Y no precisamente por volver al lugarcito en Hidalgo, donde comenzó todo, sino en una tercera entidad del país, el Estado de México, la que no tiene nada que ver con la identidad del club.

 

Así que la directiva celeste tendrá mucho trabajo para encontrar el mejor lugar para la nueva casa, en la que las raíces del equipo no se sigan desgastando y sea digna del resurgir de la gloriosa historia del gigante llamado Cruz Azul.