El camino de los deportistas refugiados se convirtió en un leitmotiv para el Comité Olímpico Internacional (COI). Casi en una carta de presentación para le entidad presidida por el alemán Thomas Bach.
En medio de un mundo cada vez más desigual, los Juegos Olímpicos de Río 2016 tuvieron su primera camada de deportistas que pudieron participar de la gran cita deportiva a nivel global. En los primeros Juegos en geografía sudamericana, hubo 10 atletas como parte del Equipo Olímpico de Atletas Refugiados (EOR). Cuatro años después, en Tokio 2020 el número ascendió a 29.
Ahora, este proceso para incluir atletas bajo la bandera olímpica de refugiados, para París 2024, serán 52 (el número podría aumentar) los ciudadanos del mundo en carácter de refugiados que intentarán conseguir la clasificación para los próximos Juegos.
En suma, se trata de becas en base a su situación social, política y económica, en virtud de la cual el COI infiere que debe apoyarlos para seguir con su programa de incentivos para todos los deportistas del mundo. Así, el COI anunció que otros 11 deportistas refugiados recibirán becas para poder prepararse, en sus respectivos países en los que se encuentran viviendo, para buscar la clasificación para los Juegos Olímpicos de París 2024.
Los últimos serán los primeros:
Los últimos becados son los sirios Mohamad Akkash (judo), Adnan Khakan (judo), Yahya Al Ghotany (taekwondo) y Mohammad Amin Alsalami (atletismo); los afganos Masomah Ali Zada (ciclismo), Abdullah Sediqi (taekwondo) y Nigara Shaheen (judo); la etíope Eyeru Gebru (ciclismo), el marroquí Fouad Idbafdil (atletismo), el iraní Iman Mahdavi (lucha) y la camerunesa Cindy Ngamba (boxeo).
Mohammad Amin Alsalami, quien vive en Alemania luego de huir de Siria, detalló: “Tenía que trabajar 200 horas al mes para ganar el dinero para ir a campos de entrenamiento y competencias. Tenía que pagar todo yo mismo, pero ahora entrenar se volvió más fácil porque sé que está el COI para apoyarme”.
De los primeros 44 deportistas becados que afrontarán la preparación para los Juegos Olímpicos de París 2024, tres ya recibieron la ciudadanía de sus países que los admitieron por lo que competirán para su nuevo Comité Olímpico Nacional (CON).
Distinción:
En octubre último, la Fundación y el Equipo Olímpico de Refugiados del COI fueron distinguidos con el Premio Princesa de Asturias de los Deportes en una gala en la que Bach, presidente del COI, estuvo acompañado por el boxeador venezolano Eldric Sella Rodríguez y la ciclista afgana Masomah Ali Zada, quienes estuvieron presentes en los últimos Juegos Olímpicos de Tokio 2020 como parte del equipo olímpico de refugiados.
“El Equipo Olímpico de Refugiados me dio la oportunidad de competir en Tokio y ahora me permite intentar ganarme un puesto para hacerlo en París. Esto nos motiva para seguir preparándonos y dar lo mejor de nosotros para el ciclo olímpico que finaliza en 2024, así como seguir impactando en más personas”, detalló en aquella celebración el venezolano Sella Rodríguez. Mientras que la afgana Ali Zada, quien debió escaparse de su país de origen por el solo hecho del hostigamiento permanente al que se vio sumida por practicar un deporte que, en su geografía, sólo está destinado a los hombres.
Los casos se suceden y mientras los atropellos a las libertades individuales sigan escalando, el accionar del COI es una interesante forma para mostrar las miseras de un mundo cada vez más cruel y desigual. En este sentido, que los atletas refugiados participen de una cita olímpica es una buena manera de exhibir problemas coyunturales que, hasta hace unos años, quedaban reducidos y subsumidos a un país. Hoy, en cambio, con esta exposición, al menos, se visibilizan las injusticias y se le da acogida a personas que merecen vivir en un mundo más justo.




