El primer cuarto de hora en El Sadar había sido una pesadilla para Real Madrid. Osasuna no había parado de llegar hasta que abrió el marcador con un cabezazo de Unai García.
Sin hacer los merecimientos suficientes, los Merengues llegaron a la igualdad con un tanto de Isco Alarcón, a los 33 minutos.
Y cinco más tarde, aparecería la figura de Sergio Ramos, ese gran capitán y héroe de mil batallas que siempre da la cara por la camiseta blanca.
Primero, se empujó con cuanto defensor se le pusiera cerca, previo a la ejecución de un tiro de esquina, como para marcar que allí estaba él.
Después, logró desmarcarse y llegar en soledad, junto al poste, para empujar de cabeza otro cabezazo que había cruzado Casemiro.
Sin merecimientos, Real Madrid se fue al descanso derrotando 2-1 al Osasuna, prueba de cuánto pesa a veces la jerarquía individual.