Con la llegada de Manuel Pellegrini al banquillo, West Ham fue uno de los equipos que más explotó el mercado de fichajes para renovarse y aspirar a una producción superadora de la de la pasada temporada, con el objetivo puesto en conseguir un lugar en copas europeas.

Pese a esta política de comprarlo todo, el entrenador chileno dijo al mexicano Javier Hernández que confiaba en él y que le daría en el equipo el lugar que se merece. Entonces, Chicharito decidió quedarse.

Pero la primera jornada de la Premier League, en Anfield y ante Liverpool, volvió a encontrar al delantero sentado en el banco de suplentes y, una vez más, algunos viejos fantasmas de su carrera volvieron a aparecer.

Manuel Pellegrini apostó a jugar solo con una referencia de área, escoltada por tres mediocampistas ofensivos, y para cumplir ese rol no eligió al Chicharito, sino a Marko Arnautovic.