Si hablamos de igualdad, esa que pocos conciben sin esperar la concesión de una ventaja, al fútbol le queda todavía un largo camino por recorrer. Las potencias europeas desvalijan al resto del mundo a fuerza de billetes, el racismo sobrevive a las campañas tibias por erradicarlo y la mujer, que hoy celebra su día, apenas si ha ganado un lugarcitoen el que históricamente ha sido considerado terreno de los hombres.
La historia de Fara Williamses apenas un ejemplo de miles, que sobresale por la naturalidad con la que ella misma afrontó la realidad que le tocó vivir. En un país donde Alexis Sánchez gana 32 millones de dólares al año, la mejor futbolista inglesa llegó a disputar su primer Mundial cuando vivía en las calles de Londres.
Cuando a los 16 años fue elegida la mejor futbolista joven de Inglaterra en 2002, llevaba casi un año durmiendo donde podía: hosteles, albergues, viviendas sociales y, cuando no había opción mejor, en las calles.
Antes había vivido con su madre y con su tía, pero tomó la decisión de marcharse cuando tuvo una fuerte disputa y esta última le grito que se fuera.“Mi madre me apoyó todo lo que pudo, pero era una lucha que pudiera tener botines”, recordó Fara en una entrevista con el diario inglésThe Guardian.
Mo Marley, quien fue su entrenadora en Everton, fue quien la sacó definitivamente de las calles. Para ese entonces, Williamsya tenía 25 años, era campeona inglesa con los Toffees, figura de la selección y ya había disputado un Mundial.“Mo me pagaba el pasaje de Londres a Liverpool y después me consiguió un trabajo. Me dijo que sería una buena entrenadora comunitaria para la Federación inglesa. Le debo a ella que haya podía venir a vivir a Liverpool”.
Fara, actualmente en el Reading, fuebicampeona de la liga inglesa con el Liverpool, está a punto de convertirse en la futbolista con más partidos en la historia de la seleccióny es comparada con uno de los símbolos máximos de los Reds, Steven Gerrard, de quien dijo tratar de imitar “esos grandes pases en diagonal”. Claro que hasta el propio Gerrarddebería sentirse avergonzado de la comparación.