Brasil. El máximo ganador de la Copa del Mundo. Anfitrión. Estaba todo dado para llegar a la sexta estrella. Sin embargo, el seleccionado conducido por Luiz Felipe Scolari se estrelló de frente contra un muro implacable llamado Alemania y sus sueños se hicieron añicos, al igual que en 1950.
Luego llegó Dunga. Pero el histórico futbolista, que ya había tenido un proceso como director técnico, tampoco logró encontrar el rumbo. Rotundos fracasos en la Copa América, tanto en 2015 como en 2016, generaron su salida y la designación de quien terminaría siendo determinante: Tité.
El estratega que llevó al éxito total a Corinthians fue el encargado de enderezar el barco y lo hizo de manera inmediata. Tomando la posta de un proceso iniciado con el oro en los Juegos Olímpicos, Tité le impregnó a Brasil un rumbo futbolístico como hacía rato no tenía, potenciando individualidades y formando una idea colectiva estupenda.
Desde la asunción de Tité, Brasil se transformó en una tromba en las Eliminatorias rumbo a la Copa del Mundo de Rusia 2018, destruyendo todo lo que se cruzó en su camino y logrando la clasificación con una antelación impensada tiempo antes.
Claramente, Neymar fue uno de los principales beneficiados. El crack de Paris Saint-Germain, apoyado en un contexto colectivo ideal para desplegar su magia, lleva la batuta de un equipo plagado de talento y con las piezas necesarias para encontrar el equilibrio deseado por todo conjunto que busca la gloria absoluta.
Idea clara, abanico de argumentos, solidez defensiva, jerarquía en su columna vertebral e individualidades capaces de lastimar de manera permanente son los fundamentos que tiene Brasil para ser considerado, sin ningún tipo de equivocación o exageración, en el principal favorito a quedarse con el título en Rusia 2018.
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