Fue un partido chato como hasta ahora no había mostrado el Mundial de Rusia, a excepción de las tablas que decidieron firmar en la jornada final de la fase de grupos Dinamarca con Francia y Japón con Polonia. Fue, también, el primer encuentro que necesitó del tiempo suplementario y de los penales para definirse.
Pareció que para España sería un trámite, porque en apenas 12 minutos había logrado romper las barreras defensivas de Rusia en una arremetida de Sergio Ramos que terminó con gol en contra de Ignashevich.
Sin embargo, el juego de La Roja se volvió monótono y, para colmo, Gerard Piqué cometió una mano incomprensible dentro del área sobre el final del primer tiempo que derivó en el penal que el gigante Dzyuba cambió por gol.
El complemento fue un martirio, porque españoles y rusos dudaban en atacarse. Apenas un remate del ingresado Iniesta que desvió el portero Akinfeev hizo que saltaran algunos aficionados en el estadio Luzhniki.
El juego se fue a la prórroga, donde nada cambió. España tuvo el balón sin generar peligro y el local se sintió cómodo replegándose hasta que llegara la hora de los penales. Hubo tiempo, sin embargo, para una acción individual de Rodrigo, otro de los ingresados, en la que el portero ruso volvió a salvar.
Entonces, a Kokey a Iago Aspas les tocó ser villano y héroe a Akinfeev, que tapó dos penales para que el seleccionado local tuviera su fiesta grande, dejando a un campeón del mundo en el camino y sacando boleto a cuartos de final.