Lo ocurrido este sábado 1 de octubre en el fútbol de Indonesia ha impactado al mundo entero. Luego el clásico local entre Arema FC y Persebaya Surabaya, los hinchas locales invadieron la cancha, en una estampida que se salió de control y acabó con 127 personas fallecidas. El futbolista, Abel Camará ha dado su testimonio de lo ocurrido.

Abel Camará, futbolista bissau-guineano de Arema FC que estuvo presente durante la tragedia, ha concedido una entrevista con el diario Marca sobre el terrorífico momento en el que se vieron amenazados por sus propios hinchas tras perder el clásico. 

 

El delantero del equipo dio su relato sobre cómo se dio la escalada de la situación desde el estadio Kanjuruhan en Malang. El africano confesó que fue uno de los episodios más atemorizantes que le ha tocado presenciar.

Testimonio

Camará reveló que la situación era tensa desde antes del partido. "Hace dos semanas ya sabíamos que íbamos a jugar contra ellos, pero ni sus aficionados vienen a nuestro estadio ni los nuestros van al suyo. Durante la semana ya se hablaba mucho de este partido en nuestro estadio y de la rivalidad, en toda la ciudad se hablaba de este partido, ya que era un partido que iba más allá de los 3 puntos, era un partido de vida o muerte".

El atacante relató que el equipo tuvo que encerrarse en el vestuario ante la escalada violenta de los hinchas. "Antes de empezar el partido, ya hubo mucha confusión en la entrada del equipo contrario. Cuando terminó el partido los jugadores contrarios se fueron del estadio en unos 10 minutos en coches blindados. Mientras, nosotros fuimos a pedir disculpas a nuestros aficionados porque perdimos el derbi y fue en ese momento cuando los aficionados empezaron a subir las vallas y la policía nos pedía que nos fuésemos para el vestuario porque podrían perder el control de la situación tarde o temprano".

El africano aseguró que algunos hinchas perdieron la vida dentro de los camerinos. "Nos cerramos en el vestuario y los aficionados intentaron entrar allí, tuvimos que meter una mesa por dentro para trancar la puerta. Fue en ese momento cuando empezamos a escuchar gritos y tiros y a ver mucho humo. Además, algunos aficionados consiguieron entrar en nuestro vestuario y acabaron por morir allí mismo".

"Nunca había pasado por algo así. En esos momentos solo piensas en que no te pase nada. Cuando todo termina viene lo peor, salimos del vestuario y empezamos a ver mucha sangre, zapatos, tenis, ropa por todos los sitios, los policías comentando que habían muerto dos compañeros. No le deseo esto a nadie. Estar allí dentro fue temer por nuestra vida y tener a 40 o 50 mil personas fuera queriendo nuestras cabezas" concluyó.