En julio del 2010, LeBron James anunció mediante una entrevista nacional la decisión de abandonar Cleveland Cavaliers. En aquel momento, el Rey de la NBA entendió que le había dado todo lo posible a la franquicia que lo seleccionó en el 2003, pero que no era el lugar en el cual podría alcanzar su primer anillo. Hacía falta una nueva reconstrucción, siendo un proceso de varios años y por el cual no quería pasar. 

Lionel Messi tiene el mismo panorama que LeBron. Claro está, el argentino sabe perfectamente lo que es ganar títulos con el Barcelona y ha estado allí hace 20 años, pero también sabe a consciencia de una cuestión: hacen falta cambios grandes para volver a competir en los primeros planos mundiales. Algo que no pasará si él continua. 

 

A diferencia de James, Messi tiene otro elemento que le comienza a jugar en contra y es la edad. A sus 33 años y si bien todavía puede dar varios de carrera, Leo sabe que se avecina una curva de carrera importante. Por eso, quiere entender el panorama para no volcar con volantazos precipitados o emocionales. La racionalidad, como aquel momento del jugador NBA, primará de cara a su futuro. 

LeBron firmó en Miami Heat y consiguió dos anillos. Sin embargo, cuando se le acabó el contrato y se convirtió en agente libre, su primera opción fue la de regresar a Cleveland. La que es su casa. ¿Qué sucedió? Estuvo con más fuerzas que nunca y obtuvo un campeonato NBA contra todos los pronósticos, ante Golden State Warriors y estando en la serie 1-3. 

 

 

Messi puede recorrer el mismo camino que atravesó LeBron. Alejarse, reencontrarse con Pep, mirar y extrañar al equipo de sus amores a distancia mientras se realiza una reestructuración necesaria. Pero, también, regresar para un retiro que el destino desea que sea allí. En su casa. Barcelona.