Independiente hizo oficial esta tarde el arribo de Pablo Pérez, mediocampista proveniente de Boca Juniors.

Quien fuera el capitán del equipo en la pasada Copa Libertadores dejó el xeneize tras 4 años en donde supo conseguir la gloria pero también ser partícipe de las peores derrotas del club.

Las redes sociales son fieles indicadores de lo que se cuenta en las tribunas, en los bares y en las calles. Y esta vez no fue la excepción: en general, los hinchas reaccionaron de forma positiva a su préstamo (con opción de compra) al Rojo.

El arribo de Gustavo Alfaro a la conducción técnica y el de Nicolás Burdisso a la dirección deportiva fueron la excusa perfecta para ubicar al volante en otro equipo.

Pérez era, junto a Fernando Gago y Cristian Pavón, uno de los tres jugadores del plantel que vivió en primera persona cuatro de las caídas que dañaron en los últimos años el honor de Boca: vs. River (Copa Libertadores 2015), Independiente del Valle (Libertadores 2016), River (Supercopa y Libertadores 2018). 

Para intentar apaciguar su comportamiento dentro de la cancha (ostenta un enorme historial de tarjetas amarillas y expulsiones en su carrera), Guillermo Barros Schelotto le asignó la capitanía tras la salida de Carlos Tévez.

Si bien con la cinta en el brazo se vieron sus mejores rendimientos, Pérez no se comportó jamás como un auténtico líder para 'los de afuera'.

Varias frases desafortunadas ("A mi nadie me gana de guapo", "Si nos va mal en la Copa, tenemos el campeonato en la puerta") y dos gestos de cara a la hinchada (ante Talleres y Cruzeiro) desgastaron la relación que terminó quebrándose tras la final perdida ante River en Madrid, encuentro que terminó decidiendo su futuro.

Boca fue piadoso con Pablo Pérez. Incluso cuando el entrenador insistía con su titularidad, en la cancha se lo respaldó antes y durante de cada encuentro. Sus reacciones en los goles ante La T y el equipo brasilero quedaron rápidamente en el olvido porque La Número 12 priorizó la armonía en medio de la lucha por dos torneos en los que se peleó hasta el final.

Al menos hasta el próximo torneo, el volante no pisará otra vez La Bombonera, lugar en donde una gigantografía suya recibe a todo aquel que pise el Barrio de La Boca. Una imagen que se eliminará pronto, casi tanto como la suya de la mente de los hinchas.