El día de ayer se reveló una de las noticias más lamentables de la historia del deporte mundial. Kobe Bryant, astro del baloncesto, había fallecido en un accidente de helicóptero en Los Ángeles.

El reporte dio la vuelta al mundo en cuestión de minutos y, teniendo en cuenta la magnitud del evento, se esperaba que la NBA cancelara la jornada del día. No obstante, varios compromisos estaban por iniciar, incluyendo el de Denver Nuggets y Houston Rockets.

Ambos equipos saltarían al tabloncillo alrededor de 30 minutos después de que se reveló la tragedia, por lo que no pudieron ni procesar realmente la noticia mientras realizaban calentamientos previos.

Jamal Murray, PJ Tucker, Austin Rivers, Tyson Chandler y todos los presentes en el pabellón se vieron claramente afectados y consternados por el trágico fallecimiento del 5 veces Campeón de la NBA.

Muchos consideraron que el haber disputado la jornada rozó en lo inhumano, considerando la influencia y relación de Bryant con decenas de los jugadores que conforman los equipos actuales.

Ciertamente el jugar o no pudo haber sido una decisión que se escapaba de las manos de todos los presentes, y con el espíritu competitivo de Bryant, nunca hubiera querido que la naranja dejara de rebotar.