En el Ascenso mexicano se está viviendo una auténtica rebelión que no es más que la demostración del descontento que ha generado la limitación de los ascensos a la Liga MX para la próxima temporada.

Alebrijes de Oaxaca y Cafetaleros de Tapachula, campeones de los dos últimos torneos cortos, deben jugar la gran final del Ascenso, pero se niegan porque, paradójicamente, esta no premiará al ganador con la posibilidad de subir a la máxima categoría.

Lo único que obtendrán será un premio de 120 millones de pesos (unos seis millones de dólares) y, como si se hablara de un concurso por televisión, volver a participar.

Sólo seis equipos de 16 tenían el aval de los dirigentes para saltar de división: Bravos de Ciudad Juárez, Celaya, Dorados, Atlante y el Atlético de San Luis, la franquicia del Atlético de Madrid en México.