El Vasco consiguió su primer título como entrenador, que seguro le dará tranquilidad luego de un año lleno de turbulencias.
Arruabarrena había mostrado muchas credenciales y habilidades con aquél Tigre sorprendente, un equipo que estaba condenando al descenso y se le ocurrió jugar al fútbol.
No fue campeón de casualidad y le escapó incluso a la promoción, pasando a equipos (como San Lorenzo o Banfield), que estaban más de 20 pts arriba al iniciar la temporada.
Sin dudas que aquella experiencia exitosa le alcanzó para llegar a Boca y tener su posibilidad. El equipo que dejaba el técnico más importante de la historia Xeneize, y maestro del Vasco, Carlos Bianchi, no tenía rumbo. No sólo jugaba mal, sino que no le ganaba a nadie.
Ya en aquél debut con Vélez del Campeonato de Transición 2014 se notó el cambio. Boca ganó 3-1 y el equipo tuvo destellos interesantes. Empezó a sumar, aunque sucumbió en partidos claves. Se lo empató River en aquél inundado Monumental, Racing se lo dio vuelta tras la reanudación de un juego suspendido, perdió ante San Lorenzo y, lo peor, el duelo de Sudamericana ante River por semifinales.
El conjunto Xeneize mostró tibieza en un duelo picante y ríspido, donde a Boca le faltó, quizá, aquella garra que había mostrado a comienzos de siglo en contiendas internacionales. Finalizó 5º en el torneo y tendría revancha con tiempo para armar su equipo.
El gran objetivo del año 2015 era la Copa Libertadores, eso no hay dudas. Se armó con Osvaldo, Lodeiro y compañía y finalizó invicto la fase de grupos. Aunque aquí ya se pudo apreciar una constante de este equipo: momentos de alto vuelo futbolístico que se disuelven con el correr de los minutos.
Y esto se repitió a lo largo de todo el campeonato. Cuando Boca jugó bien fue el mejor por lejos, pero pudo ser ese Boca a cuenta gotas. El resto de los equipos ni eso, y por eso es el justo campeón.
¿Esto es bueno o malo? ¿Demuestra un acierto del DT o desnuda un plantel de talentosos que no cuajan? Hay argumentos para ambas posturas y el tiempo, si lo tiene, acomodará las ideas.
Y este título acomoda mucho. Porque todas esas credenciales que demostró en Tigre y que asomó en Boca, se achicharraron cuando las papas quemaron. Desde su comportamiento en el campo de juego hasta su discurso en las conferencias de prensa. El Vasco sereno y pensante que había impresionado, se exacerbó de más tras las dos eliminaciones con River, el gas pimienta, algunas derrotas inesperadas (Aldosivi, San Lorenzo) y los comentarios del periodismo. Su imagen así se fue ensuciando, y desgastando. Lo mismo que le ocurrió a Boca en algunos partidos importantes, como los duelos ante River por Copa o la derrota con San Lorenzo o el traspié ante Racing.
Aún así, lo positivo para su historial es que se pudo imponer a todo esto. ¿Lo salvó Tevez? Es otro interrogante que el tiempo dará variantes para responder.
Hoy el Vasco festeja su primer título que lo puede ayudar a encausar y enfilar las virtudes que lo llevaron al mismo. Las ideas que se sospecha que tiene y muchas veces se terminaron deformando. Aterrizó un avión que tambaleaba, donde las máscaras de gas (!) habían bajado, que parecía que se estrellaba. Y como toda grande epopeya, el camino queda como enseñanza, y la estrella como insignia.
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