Bien es conocida la famosa ‘Maldición del Garabato’, que una vez fue levantada por el propio Benjamín Urrea (quien en protesta porque convirtieron en profesional al equipo juró este que nunca sería campeón) le permitió al América de Cali celebrar su primer título en el fútbol colombiano en 1979.
Pero al parecer la Mechita solo quedó curada de la maldición a nivel nacional, pues el club, que en los años 80 empezó a aparecer también en el plano suramericano pese al gran equipo que tenía, no logró consagrarse en el continente tras llegar a tres finales consecutivas de la Libertadores.
En el 85, América llegó al duelo por el título contra Argentinos Juniors. Luego de dos partidos que terminaron con victoria para cada uno de los equipos por el mismo marcador (1-0), se disputó un tercer duelo en cancha neutral, que finalizó con victoria para el equipo gaucho.
Un año más tarde, River Plate de Argentina consiguió su primera Libertadores a costa de los escarlatas, tras ganarles los dos partidos de la serie (1-2 y 1-0).
Como dice el refrán, que la tercera es la vencida, se pensaba que la final ante Peñarol de 1987 sí sería la que por fin consagraría a un equipo colombiano en la Copa.
La cosa empezó muy bien para América, que se impuso 2-0 en el partido de ida, pero luego el equipo uruguayo ganó 2-1 en su casa. Esto obligó a un tercer juego en cancha neutral, pues por aquel entonces no se resolvían los duelos por diferencia de gol.
El partido definitivo, que se disputó en el Estadio Nacional de Santiago de Chile, se mantuvo igualado sin goles los 90 minutos y llegó hasta el tiempo extra. Pero justo cuando se acercaba la serie de tiros desde el punto penal, Diego Aguirre conquistó para Peñarol al minuto 120 el tanto de la consagración y una decepción más para los Diablos Rojos en plena noche de brujas.