Dashi, su restaurante, abrió. El equipo femenino jugó. El instituto del club dictó clases como siempre… Está claro que la decisión de Rodolfo D’Onofrio (que la tomó Ponzio no se la cree nadie) va más allá de los riesgos del virus. El presidente de River quiso demostrar poder y cobrárselas a Tapia y Tinelli. Sí, señoras y señores, esa es la posta. El corona fue la excusa.

Las diferencias de D’Onofrio con el líder de Viamonte siempre existieron. Ustedes se preguntarán “¿Y por qué a Tinelli ?”. Porque el cabezón de Bolivar es el nuevo presidente de la Superliga, que ya no va por fuera de AFA, sino que camina a la par. Ante este nuevo escenario, River quedó aislado. Solo.

A continuación, repasaré pormenores para que se entienda con más claridad, debido a que estos temas nunca tienen espacio en la agenda de la mayoría de mis colegas; indefectiblemente les resulta más interesante ahondar en si el equipo de Gallardo ataca mejor por el lado de Casco o el de Montiel.

La cosa es así: River tenía a su vicepresidente, Jorge Brito, muy bien posicionado en el anterior armado de la Superliga. Ante la disolución del esquema encabezado por Elizondo y la consecuente renuncia del hombre del Banco Macro, D’Onofrio se enfureció y decidió arbitrariamente no jugar contra Atlético Tucumán. El corona fue el argumento esgrimido, pero no era un hipotético estornudo de Yonathan Cabral en el área lo que perturbó al canoso de suéter.

Quizás una quita de puntos le terminará costando la Libertadores 2021 o capaz Nacho Fernández y compañía logren clasificarse de todas formas. Pero esta determinación unilateral, desafiante y sin sentido (¿me vas a decir que tiene más chances de contagiarse un jugador que vos que viajás apretado en el bondi todos los días?) marca un pésimo precedente de cara al futuro inmediato. Si el mismísimo presidente de La Nación, Alberto Fernández, no ordenó suspender los partidos, ¿cómo va a ser D’Onofrio el que se tome tamaña atribución?