A Marcelo Gallardo no le tembló el pulso a la hora de prescindir de Karim Benzema para el primer partido oficial que disputará su Al Ittihad en 2024. No le importó que el nombre del delantero francés, ganador del Balón de Oro 2022, sobresalga sobremanera entre la variedad de futbolistas que forman parte de la Liga Profesional de Arabia Saudita. El Muñeco no perdona la indisciplina y la máxima figura de su equipo acumula varias. La última, su negativa a entrenarse de manera individual a pedido del DT, tal vez como parte del castigo por reincorporarse más de dos semanas tarde a los trabajos de pretemporada. Quien se haya sorprendido de la decisión, no conoce su método. Con él no juega “el que está mejor de los que tienen nombre”, se había encargado de aclarar cuando decidió relegar en River a Lucas Pratto, uno de los grandes héroes de la conquista de la Copa Libertadores 2018, ante Boca y en Madrid, entendiendo que había otros futbolistas en condiciones de hacer un mejor aporte.
En el extenso y exitoso ciclo como director técnico del Millonario, dio sobradas muestras de defender a ultranza un código de conducta sin concesiones ni miramientos a los nombres propios, a los jugadores con cartel. Si debían existir diferencias, esperaba que los propios futbolistas las marcaran dentro de la cancha, también durante cada semana de entrenamiento. Más allá de algún enojo de ocasión, generó la confianza de sus jugadores a partir de un trato igualitario. Entregó las herramientas y logró convencer respecto a que cualquier posición de privilegio solo iba a ser producto de los méritos deportivos del aquí y ahora. Lo mismo quiere contagiar en Arabia, un país con una idiosincrasia completamente diferente, donde el peso del dinero que se invierte en acaparar grandes estrellas es mayúsculo y plantea tratos preferenciales, como para que ninguna de ellas quiera escapar antes de tiempo.
En River sobran los antecedentes para confirmar que el método se cumplió a rajatablas, para trasladar al presente y entender por qué prescindirá para iniciar el nuevo año de competencia con Al Ittihad de un futbolista al que cualquier otro quisiera tener, como sea. Leonardo Ponzio, Andrés D’Alessandro, Pablo Aimar, Enzo Pérez, Jonatan Maidana, Rodrigo Mora, Lucas Pratto, Javier Pinola, Lucas Alario… Todos ellos y otros más, con mayor o menor grado de conflictividad, fueron alguna vez Benzema en su convivencia con Gallardo. “Yo no me hubiera puesto. Hubiese hecho lo mismo que Marcelo. Con él está todo bien: el tema se habló con claridad”, había reconocido Pablo Aimar, uno que ahora hace escuela como entrenador, para darle la razón al DT por su casi nula participación en su regreso al club en 2015.
El rendimiento por debajo de sus parámetros de alta exigencia podía poner en riesgo el lugar de cualquier jugador en el equipo. Lo sufrió Leonardo Ponzio, incluso cuando llevaba una década de su carrera dedicada al Millonario, tras el arribo de Enzo Pérez desde Valencia. Años después, al mendocino le tocó el otro lado de la moneda, por la llegada de Rodrigo Aliendro, aunque supo reponerse y recuperar terreno. Le pasó a Javier Pinola, por un pronunciado bajón futbolístico en 2020. También Exequiel Palacios, una de las apariciones rutilantes que tuvo su ciclo, desde inferiores, regresó alguna vez a entrenarse con la Reserva por entender el DT que no estaba dando el cien por ciento en las prácticas a sus órdenes.
Incluso cuando el nivel de un jugador fue óptimo, lo que como entrenador le representó una ventaja en la búsqueda de cumplir cualquier objetivo, el castigo podía hacerse presente por faltas a su código de convivencia. Fijó multas de considerable valor económico para aquellos que llegaran tarde a los almuerzos de pretemporada, sin distinción de si se trataba de un referente o un juvenil. También castigó cualquier demora en el arribo a los entrenamientos, algo que sufrieron tanto Rodrigo Mora, figura destacada de su ciclo, como el joven Cristian Ferreira, a quien en abril de 2019 también retó tras un partido por desobedecer una orden para la ejecución de una pelota parada. Tampoco hubo concesiones respecto al momento de aplicación de la reprimenda. Por eso Lucas Alario, en una falta similar, quedó relegado al banco de suplentes en un partido crucial de la Copa Libertadores 2016, en el que El Millonario necesitaba revertir una desventaja de dos goles ante Independiente del Valle en la vuelta de octavos de final, instancia en la que finalmente fue eliminado.
“A veces te da miedo”
La firmeza de Marcelo Gallardo en la toma de decisiones, algo que ha probado el mismísimo Karim Benzema en Al Ittihad, provoca que la relación con el grupo de futbolistas a sus órdenes pueda parecer distante. Sin embargo, fue Gonzalo Martínez, quien ha vuelto a defender la camiseta de River, quien se encargó de explicar a la perfección desde dónde se construía el trato. “Parece malo pero por dentro es bueno. A veces te da miedo, no sabés si hablarle pero es un fenómeno”, había señalado Pity en diálogo con el diario Olé en 2020.
Otro que terminó entendiendo el método del Muñeco incluso cuando le tocó quedar muy relegado en su consideración fue Alexander Barboza, quien tras tener un gran rendimiento en Defensa y Justicia, equipo en el que había estado cedido, regresó al Millonario para disputar la temporada 2017/2018 en la que solo participó de seis partidos oficiales. “Tiene una personalidad que permite igualarte con todos. Los más experimentados y más pibes, para él todos los jugadores son iguales. No importa qué ganaron o cuánto ganaron. Si viniera Messi y se equivoca, lo mataría a gritos”, había dicho el defensor hace ya varios años, en diálogo con TyC Sports.
¿Cuál fue el último conflicto entre Gallardo y Benzema?
En el inicio de la semana de entrenamientos previo al primer partido oficial que disputará Al Ittihad en el año, este mismo miércoles ante Al Ta’ee, Marcelo Gallardo decidió que Karim Benzema hiciera trabajos individuales en lugar de entrenarse con el resto del equipo, decisión que el francés no aceptó según el diario Marca. Por esa desobediencia, El Muñeco optó por dejarlo afuera de la convocatoria, aumentando las tensiones entre ambos y el descontento del jugador en relación a su lugar en el plantel.
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