Marcado por la intensidad, la fricción y sobre todo por la tensión y las polémicas arbitrales, el primer Superclásico del año terminó en un triunfo para River donde sobre la hora Miguel Borja convirtió un penal dudoso que Agustín Sandez le convirtió a Pablo Solari.
Mucho se habló en la previa de los estados y diferencias con las que cada equipo llegaba al duelo ya que Boca lo hacía levantando la irregularidad y empezando a conseguir resultados y estilo de juego de la mano de Jorge Almirón, mientras que River llegaba al Super como un aparente invencible en el plano local pero a los tumbos en Libertadores, con una dura goleada en contra allí entresemana.
Sin embargo, el encuentro se marcó por una sólida paridad desde el juego en donde el equipo local dominó con la pelota el primer tiempo y tuvo varias opciones de abrir el marcador, pero allí se encontró una y otra vez con un óptimo Sergio Romero que impidió más de un gol del Millonario.
El complemento fue más para Boca, ya que el entrenador ajustó los puntos más flojos del Xeneize y mejoró en su juego, pero cuando la visita tenía todo para poner el resultado a su favor, con un polémico penal que el árbitro Darío Herrera sancionó por una infracción de Agustín Sandez a Pablo Solari que no fue revisada por el VAR y que fue conviertido por Miguel Borja de gran manera.
Producto de la tensión y de ciertas provocaciones tras el agónico gol, se pudrió todo entre los jugadores de Boca y River y todo terminó en escándalo en donde se agarraron todos contra todos para que el final del partido sea con una tángana en donde fueron protagonistas ambos planteles e incluso cuerpos técnicos.
Tras el tumulto, Boca terminó el partido con 8 futbolistas y River con 10, pero con dos expulsados que integraban el banco de suplentes. El arbitraje calentó el encuentro desde el minuto 1 y fue un condicionante para un encuentro tan picante y cortado. Los tres puntos fueron para los locales.