Usain Bolt es dueño del récord actual de velocidad humana, el cual inmortalizó el 16 de agosto de 2009 durante el Campeonato Mundial de Atletismo en Berlín tras alcanzar una velocidad promedio de 37.6 km/h (45 km/h en la fase de mayor aceleración). En esa ocasión, el jamaiquino recorrió los 100 metros en tan solo 9.58 segundos, superando su propio récord anterior de 9.69 en los Juegos Olímpicos de Pekín en 2008.
Aquel suceso ocurrido en Alemania que impactó al mundo también causó un antes y un después en la ciencia, que intentó responder en incansables oportunidades la pregunta sobre cuál es la velocidad máxima que puede alcanzar un ser humano.
Según una investigación de 2010, se estima que la velocidad teórica máxima que un individuo de esta especie podría alcanzar es de aproximadamente 64 km/h. Este valor se basa en la capacidad de las fibras musculares de contracción rápida, responsables de la explosividad y la velocidad en los sprints. No obstante, alcanzar esta velocidad requeriría condiciones óptimas tanto fisiológicas como biomecánicas, así como un entrenamiento extremadamente especializado.
Dicho estudio advierte que la posibilidad de superar las marcas de Usain Bolt dependerá en gran medida de los avances en la tecnología deportiva y la nutrición. Investigadores y expertos en biomecánica, como el profesor Steve Haake, modelaron el rendimiento futuro basándose en datos históricos, prediciendo que podríamos ser testigos de tiempos de alrededor de 9,41 segundos para los 100 metros en las próximas décadas.
Claro está, dicho progreso estará condicionado por la capacidad para maximizar la producción y utilización de la energía, mejorar la eficiencia de la técnica en carrera y optimizar la salud y el bienestar del atleta. Factores como la genética, la tecnología del calzado, la calidad de las pistas y las condiciones ambientales también jugarán un papel crucial en la consecución de estos nuevos límites.
El fenómeno Bolt, según la ciencia
La razón por la cual solo atletas como Bolt pueden alcanzar estos límites de velocidad está en sus fibras musculares. Los atletas de élite poseen un alto porcentaje de fibras musculares de contracción rápida, también conocidas como fibras de tipo II, que generan una gran cantidad de fuerza en un tiempo muy corto. La proporción de estas fibras varía entre individuos y está en gran medida determinada genéticamente, aunque puede ser optimizada con un entrenamiento adecuado.
La fuerza y la potencia muscular también son esenciales, ya que los velocistas deben tener músculos fuertes y bien desarrollados para soportar y generar las fuerzas necesarias durante cada zancada. La capacidad de los músculos para producir energía anaeróbicamente también es crucial para los sprints cortos, permitiendo un rendimiento máximo durante los pocos segundos que dura la carrera.
Además de los factores genéticos y fisiológicos, el estudio que data de 2010 también menciona que las causas externas y tecnológicas, como la superficie de la pista y la calidad del calzado deportivo, tienen un impacto significativo en el rendimiento. Los avances en la tecnología del calzado han permitido a los atletas obtener un mayor retorno de energía en cada paso, mejorando la eficiencia de la carrera. Las condiciones ambientales, como la altitud, la temperatura y la humedad, también son clave. Por lo tanto, superar el récord de Bolt es posible, pero no será una tarea simple de realizar y requerirá un enfoque integral que abarque genética, entrenamiento, tecnología y condiciones ambientales.