Que Leandro Paredes es una de las incorporaciones más importantes de este siglo en el fútbol argentino no es ninguna novedad. 31 años, vigencia europea y de Selección, y regresa a Boca cumpliendo con su vieja promesa de volver para ayudar al equipo y no solamente para retirarse. Sin embargo, el campeón del mundo llegó a un equipo en crisis.
El cúmulo de problemas que tiene Boca no son posibles de resolver solamente con Leandro Paredes. Un plantel largo -que solamente va a competir por el torneo local-, pocas ventas, muchos refuerzos, un desorden administrativo en lo que respecta al fútbol con el Consejo y con Riquelme, un entrenador que no se lo vi en condiciones físicas para afrontar este contexto de presión y, sobre todas las cosas, poco juego asociativo dentro del equipo.
En el plantel de Boca hay pocos jugadores que pueden hacer la diferencia, y mucho menos los que se pueden juntar con Paredes para organizar el juego del Xeneize. En su debut ingresó y se notó la enorme diferencia que hay entre Leandro y cualquiera de sus compañeros. Y esta es una cuestión que, pese a su importancia en la Selección, a Lionel Scaloni le preocupará.
Está la posibilidad de que, si Boca no levanta el nivel como sea, Paredes termine bajando el suyo por cuestiones lógicas. Y ahí es donde entra en juego su futuro con la Selección. Es un hecho que Leandro estará en el próximo Mundial por la importancia que tiene en el equipo y en el grupo para el cuerpo técnico, pero no deja de estar la problemática que se genera en torno a si el mal presente de Boca sigue extendiéndose y fagocita al volante.
Entonces, por su responsabilidad en la actualidad xeneize, ¿Riquelme condiciona a Scaloni con Paredes? De momento, pareciera que no. Pero urge, para todas las partes, que el contexto de Boca empiece a cambiar.
