Muchas veces se dice que una comisión directiva no está a la altura de un club o no está a la altura de un cuerpo técnico. Creo que, en este River, es exactamente al revés: son Marcelo Gallardo y su cuerpo técnico los que no están a la altura de la comisión directiva.

La verdad, me da pena por la gestión de Jorge Brito, que hizo el mejor estadio de Sudamérica y que le dio todos los gustos al entrenador: 10 palos por Maxi Salas, 10 palos por Sebastián Driussi, 7 palos por Martínez Quarta, 10 palos por Juan Carlos Portillo y Matías Galarza, 13 palos por Kevin Castaño, 5 palos por Germán Pezzella.

Le dieron absolutamente todo para ganar la Copa Libertadores y creo que la gestión de Brito merecía ese título. Esta vez, así como la rompió los primeros ocho años y medio, Gallardo, junto a su cuerpo técnico, no está a la altura de esta directiva y no está a la altura del Club Atlético River Plate.

El equipo no arranca. No arrancan los titulares, no arrancan los suplentes. Y es la primera vez, a lo largo de toda su gestión en River, que Napoleón pierde cuatro partidos seguidos. Por eso, el jueves, ante Racing, se juega la final del mundo porque, si queda afuera de la Copa Argentina, solamente le queda la Copa de la Liga para ganar una estrella en el 2025.

Del otro lado, Riestra. Histórico. Supremo. Primera vez que va al Estadio Monumental y se lleva los tres puntos. Líder en su zona, imponiendo un concepto, un estilo y una manera de jugar en el fútbol argentino. Equipo aguerrido y al filo del reglamento. Ganó con justicia, tiene un arquerazo y sueña con la Libertadores, la Sudamericana y hasta con ser campeón.