“En River teníamos la obligación de ascender y los referentes fueron los que absorbieron la presión”, así recuerda Luciano Vella lo que fue la temporada 2011/12 del Millonario, en la que le tocó jugar en la B Nacional. Pasan los años y los hinchas aún le agradecen por haber estado en las malas, así como también lo reconocen los hinchas de Newell´s, club donde se formó, del que es fanático y con el que salió campeón. Pero ellos no son los únicos que reconocen al ex lateral derecho, también lo hacen los abuelos que están en sus residencias para adultos mayores.
Es que Luciano Vella dejó el fútbol en 2017 y hoy, a sus 42 años, su tiempo lo divide entre su familia -su hijo juega al fútbol- y su trabajo en las residencias. El propio Tano lo cuenta en una entrevista exclusiva con BOLAVIP: “Los abuelos quieren que me quede todo el tiempo, inclusive alguno me confiesa que en su momento me puteó, je. Pero la paso muy bien con ellos, hablamos mucho de fútbol”.
-Arranco por el final, ¿cómo se dio que terminaste teniendo residencias para adultos mayores?
-Desde que yo estaba en River ya tenía la oportunidad de meterme en este negocio. Mi mejor amigo me propuso en invertir en una residencia y al principio, como yo todavía jugaba, era más inversionista que otra cosa, pero una vez que me retiré empecé a darle más bola y me encanta el poder darles a los abuelos la mejor calidad de vida posible. Ahora tenemos seis residencias.
Del presente hay que ir unos cuantos años para atrás para conocer el inicio de Luciano Vella en el fútbol. Fue en Malvinas, el baby fútbol de Newell´s, club del que es hincha toda la familia.
-¿Cómo fueron tus inicios en el fútbol?
-Mis inicios fueron en Newell´s, en lo que se llama Malvinas -el baby fútbol de la Lepra- y de ahí salté directamente a las Inferiores. Ni siquiera tuve que hacer una prueba porque yo ya estaba en el baby del club.
-¿Qué recordás del debut en Primera?
-Fue algo muy especial, no fue un partido normal te podrás imaginar. Yo estaba un poco decepcionado porque tenía 21 años y todavía no había debutado, además siempre mi virtud fue el sacrificio más que otra cosa. Yo nunca tuve eso de saltar de categorías, yo hice las Inferiores enteras, siempre fui capitán. En esas Inferiores compartí con cracks como Maxi Rodríguez, Ponzio, Guille Marino.
-¿Tenías plan B en caso de no debutar en Primera?
-Totalmente, muchas veces sentí frustración, pero nunca dejé de entrenarme ni sacrificarme porque era mi sueño. Tuve la suerte de tener una familia que me apoyó siempre con el fútbol. De hecho, yo estudiaba economía y recién cuando debuté en Primera ahí mi viejo me permitió dejar los estudios.
-¿Qué significó salir campeón con Newell´s del Apertura 2004?
-Con el diario del lunes te pudo decir que teníamos un equipazo, pero en ese momento todo era una incógnita. En la pretemporada nadie ponía a Newell´s como candidato. El Tolo quiso armar un equipo con algunos referentes que fueron clave: Julián Maidana, Justo Villar, el Mago Capria, Ortega… y ellos fueron fundamentales. Porque también estaban Scocco o Belluschi, pero eran pibes en ese momento y después, ya consolidados, se convirtieron en lo que se convirtieron.
-¿Qué me podés decir de la gente en aquel famoso partido contra Independiente?
-Una locura. Lo más loco es que nosotros salimos del hotel en el que estábamos concentrados y había caravana de autos, íbamos a paso de hombre. Llegamos a la cancha y cuando salimos a reconocer, eran los cuatro costados de Newell´s. La cancha ya estaba llena y todavía faltaba que entren todos los que estaban afuera. Fue algo raro porque además los equipos grandes no le suelen dar muchas entradas a los visitantes.
Aquel Newell´s de 2004 era dirigido por el Tolo Gallego, quien ya había salido campeón como entrenador tanto en River como en Independiente, pero le faltaba hacerlo con el club que lo vio nacer. Fue un equipo memorable con figuras en todas las líneas.
-Américo Rubén Gallego…
-No puedo ser objetivo. Para mí el Tolo es lo más grande que hay y también me refiero a la parte personal, él siempre me ayudó mucho. En cuanto a lo deportivo, él llegaba como un técnico consagrado, pero sin hacer mucho ruido. Armó el equipo como quería, con experimentados y pibes y nos exigió mucho y se consiguió el título.
-Antes mencionaste a Ortega, ¿qué opinión tenés de él?
-Ariel es lo más grande que hay. Es una gran persona, es un fenómeno dentro y fuera de la cancha. Yo lo quiero mucho, él siempre estuvo para los más pibes, es humilde. En el mundo del fútbol no hay nadie que pueda hablar mal de él. Cada vez que lo veo lo abrazo porque lo quiero mucho.
-Ortega, Ponzio, Chori Domínguez… varios conocidos tuyos están en el Senior de River
-Sí, me invitaron más de una vez y me encantaría poder ir. Al vivir en Rosario no es fácil porque los partidos son de noche y yo trabajo y tengo familia, pero algún día me encantaría poder estar. El Chori me llamó varias veces para ir a jugar y estaría buenísimo. Me gusta que Ariel esté ahí, merece tener las puertas abiertas de River.
Tras su paso por Newell´s, Vella jugó en Cádiz de España, estuvo a préstamo en Vélez y no quiso volver al equipo andaluz, por lo que le llegó la oportunidad de jugar en Rapid Bucarest de Rumania.
-¿Cómo se dio tu llegada al fútbol de Rumania?
-Yo había salido a préstamo del Cádiz a Vélez y tenía que volver, pero la verdad es que no quería porque el equipo había bajado. Entonces llegó la oportunidad de jugar en Rumania, supuestamente por un muy buen contrato. Con el diario del lunes te digo que fue una experiencia pésima. No me pagaban el alquiler, venía el propietario a quejarse conmigo y yo le tenía que explicar cómo eran las cosas. Tengo entendido que ahora está mejor esa parte de Europa, pero cuando yo jugué allá -fue en la temporada 2008- era muy triste todo, no me gustó para nada la ciudad.
-¿Cómo hiciste para salir?
-Me contacté con alguien de FIFA que me recomendó volver a Argentina y hacer todo desde acá y así fue. Pero la experiencia fue pésima la verdad. Lo único positivo es que me quedó con que pude jugar la Europa League, que eso solamente lo logré por haber ido ahí.
-Ahí llegaste a Independiente, ¿qué tal esa experiencia?
-Claro, yo vuelvo en marzo con el libro de pases cerrado y estuve esos meses parado. De hecho, tenía todo para irme a Colón, pero antes de firmar me llamo el Tolo y me pidió para Independiente y no pude decirle que no. Mi representante me quería matar porque ya tenía todo arreglado en Colón, pero no podía decirle que no a Independiente. Fue una muy linda experiencia, es un gran club la verdad.
Luego de su paso por Independiente, Vella regresó a Newell´s y tras un año en el club de sus amores lo fue a buscar River. Esto fue a mediados de 2011, cuando el club de Núñez perdió la categoría por primera vez en su historia.
-¿Cómo fue tu llegada a River?
-Yo estaba en Newell´s y la relación con el entrenador en ese momento no era la ideal. Me acuerdo que me llamó me representante y me dijo que estaba la posibilidad de ir a jugar a River al Nacional B. Yo cuando escuché River dije que sí de inmediato, para mi era un sueño. No me importaba el contexto, yo quería jugar ahí. Me acuerdo que llegué y estaban el Gordo -Cavenaghi- y el Chori que eran los líderes, también había llegado el Pela Aguirre y se había quedado Maidana, que era un jugador muy importante. Fue un año duro, pero no me arrepiento para nada, lo volvería a elegir siempre.
-¿Cómo se afrontó esa pretemporada?
-Fue un año muy duro la verdad. Nosotros teníamos un gran equipo y es la verdad, pero vos viste cómo es el fútbol. La B Nacional es muy dura y todos querían ganarle a River. Envejecimos un poco, era irreal que River esté en la B, pero era así. Lo que me sorprendió cuando llegué es que el club es un mundo, es Argentina. El apoyo de la gente fue increíble.
River jugó en la B Nacional en la temporada 2011-12 y fue el equipo de todo el fútbol argentino en vender más entradas. Incluso, rivales como Atlanta o Deporto Merlo mudarnos sus localías para tener mayores ingresos.
-¿Fue más fácil afrontar ese año tan duro con el apoyo de los hinchas?
-Yo lo dije alguna vez, parecíamos Mick Jagger cada vez que salíamos, la gente nos acompañaba a todos lados. Fue un espectáculo la gente, era irreal que River esté en la B y la gente acompañó siempre. Tuvimos partidos buenos, partidos malos y la gente respondió siempre muy bien. Hubo algunos murmullos, pero típicos, nada de otro mundo y se entendía. Nosotros teníamos la presión de llevar a ese gigante a Primera de nuevo y la gente nos ayudó un montón.
-¿Sentías que todos los rivales daban la vida por ganarle a River?
-Sin dudas. Uno en los partidos a veces se pelea con los rivales, cosas del partido. En muchos partidos me pasó que el rival abiertamente me decía que iba a hacer lo imposible por ganarnos, que capaz era la única vez que jugaba contra River. Después lo gracioso era que me pedían que hable con Trezeguet, el Chori o Cavenaghi para que cambien las camisetas y yo les decía que se las pidan ellos, je.
River descendió a mediados de 2011 y Fernando Cavenaghi junto al Chori Domínguez decidieron rescindir los contratos en los clubes que estaban y volver al club de sus amores.
-¿Cómo era el liderazgo de Cavenaghi y el Chori?
-Hoy en día debe ser fácil ser líder en un club como River que las cosas están muy bien. Pero en ese momento tanto Fer como el Chori pusieron el hombro y absorbieron toda la presión. Ellos metían el pecho a las balas y no me quiero olvidar de Matías Almeyda, que también absorbía mucha presión. Ya en el segundo semestre se sumaron Ponzio y Trezeguet que también fueron grandes líderes.
-¿Cómo cayó la llegada de Trezeguet?
-La verdad que yo no lo podía creer. Estaba compartiendo plantel con una estrella del fútbol que había salido campeón del mundo. Es súper humilde, una gran persona y muy chistoso, siempre quería armar grupo, unir a todos. En cuanto a lo futbolístico, creo que si erró tres pases en todo el año es mucho, se notaba su jerarquía.
-¿Sentían que era una obligación ascender?
-La verdad que sí, en cualquier otro club o momento capaz que uno tiene el deseo de ganar un título, pelear por algo importante. En River teníamos la obligación de ascender y fueron los referentes los que absorbieron la presión. Hicimos un muy lindo grupo. Yo a Matías -Almeyda- lo aprecio mucho, él es muy sentimental y cuando había alguna crítica, él la absorbía.
-¿Qué sentiste cuando le hicieron el segundo gol a Almirante Brown y el ascenso ya era una realidad?
-Yo creo que cuando hicimos el segundo gol habré bajado unos diez kilos, je. Hay una foto mía en la que estoy mirando el cielo. Encima el partido no fue nada sencillo. Se sentía que teníamos que definirlo rápido y no fue tan sencillo la verdad.
-Daniel Alberto Passarella…
-Tuve muy poco diálogo con él. Solamente cuando firmé y después una vez más. El que estaba siempre con nosotros era Diego Turnes. Te puedo decir que como jugador fue un maestro, pero como presidente quedó marcado por mandar a River a la B.
-¿Te reconoce el hincha de River por la calle?
-Sí, ya pasó bastante tiempo y muchos me agradecen por haber estado en un momento complicado. La verdad que yo me quedé con espina de haber dado un poco más. En Newell´s fui un jugador más determinante.
Después de su paso por River, Luciano Vella jugó en Unión, Defensa y Justicia y Arsenal. Le puso punto final a su carrera en 2017.
-¿Vos dejaste el fútbol o el fútbol te dejó a vos?
-Yo elegí la manera, tenía 36 años y pude haber jugado uno o dos años más porque físicamente estoy bien inclusive ahora que estoy viejo, ja. Estaba en Arsenal, club al que le estoy muy agradecido, pero en esos clubes por lo general los más experimentados tenemos que pelear porque los más chicos cobren o situaciones del estilo y uno pierde mucha energía en eso. Los más experimentados podíamos esperar para cobrar, pero los más pibes no. Entonces ya cuando eso empieza a ser habitual la verdad que decidí retirarme. Además, mi familia estaba en Rosario y yo en Buenos Aires y eso me pesaba. Me acuerdo que después del último partido, que fue un domingo, agarré mi bolso y me vine feliz a Rosario.
Actualmente su vida está vinculada a la familia y a sus seis residencias para adultos mayores y ya sea cuando lleva a su hijo a jugar o cuando está con los abuelos, el fútbol siempre vuelve y hay alguien que le recuerda lo que hizo en su carrera.