Dos partidos. Dos empates. Sin goles. “Coqui nos dijo: ‘La fe intacta que el arco se iba a abrir”. Y se abrió. Y cómo. Seis goles. Todos de él. En el último partido de la fase de grupos, para lograr la clasificación. Y después en los cuartos de final. Y en la semi. Maximiliano Espinillo, no sólo se convirtió en el goleador del Mundial. También en el mejor jugador en torneo que vio campeón a Argentina después de 17 años.

Maxi luce diferentes colores en su pelo para cada partido, es su marca registrada. También ese pie a pie y ese latigazo que lo caracteriza para depositar la pelota en la red. Y su humildad: “Feliz de haber aportado los goles para el equipo, uno siempre quiere hacer más goles”, dice el delantero nacido en Villa El Nylon de la provincia de Córdoba.

“Mis viejos eran vendedores ambulantes en el centro y nosotros vivíamos de eso. Empecé a laburar con ellos y, después, me fui a los colectivos. Es muy loco haber venido desde ahí y estar acá. Vendíamos pilas, relojes, un poco de todo. Yo laburaba con golosinas en los colectivos, chocolates, caramelos, alfajores. Trabajaba a la mañana, de 9 a 13″, contó en La Garganta Poderosa.

“Vivía en una casa en la que llovía más adentro que afuera. Son mis raíces y no reniego de ellas”, dice. Hace una década que defiende la camiseta de los Murciélagos, pero es su primer Mundial ganado: hacía 17 años que Argentina no lograba consagrarse, tras los títulos conseguidos en 2002 y 2006. Hasta que llegó el Mundial de Birmingham, en Inglaterra y por fin se dieron el gusto de celebrar.

Como en el convencional

Como ocurrió con la Scaloneta, en este caso la Falconeta (Claudio Falco es su entrenador), también logró ganar la Copa América ante Brasil y luego consagrarse en el Mundial, y a través de los penales: luego de igualar sin goles contra China, fue Nahuel Heredia el que se vistió de Gonzalo Montiel para darle el título -LA TERCERA- al país.

“Si, vino después de la Copa América. Fue espectacular, estoy muy feliz. Sentimos el apoyo de toda la gente. Me quedé amargado después de Inglaterra porque habíamos generado situaciones”, contó Maxi. Tenía la espina además, porque ya había perdido dos finales, la 2014 y 2018, una en Tokio y la otra en Madrid. Aquel partido perdido con Brasil lo tenían en la mente. Esta vez, China se encargó de eliminar a la Canarinha en las semifinales…

“Si me decís, en lo personal me hubiese encantado ganarle a Brasil, pero ganarle a China, al campeón de Asia tampoco es poca cosa, no hay que sacarle mérito”. De hecho, en los dos partidos que jugaron no pudieron convertirle. Fue el primero y el último: el equipo ante el que debutaron y ante el que se consagraron.

Sabíamos que la final iba a ser muy dura, muy cerrada. Sabíamos que teníamos que salir a buscar, que China iba a apretar, pero habían tenido mucho desgaste contra Brasil en la semi. Adelantamos las líneas, y además no es lo mismo una final que el primer partido del torneo. Sentíamos que íbamos a ganar la copa, y por suerte los penales los patearon bien mis compañeros”, agregó Espinillo.

El deporte como aliado

Maxi se quedó ciego cuando tenía apenas cuatro años. “Se me hizo una presión ocular muy fuerte, me operaron y el nervio óptico no aceptó la cirugía. Tengo un poquito de resto visual… Luz, sombra, no alcanzo a distinguir colores, figuras. Es registro visual de luz, sé cuándo es de día o de noche, pero nada más”, explicó. Pero eso no fue impedimento para encontrarse con la pelota: “Le ponía una bolsa a la pelota, o agarraba una de plástico, la pinchaba y le metía piedras para que hiciera ruido”.

Pero su primer encuentro con el fútbol más allá del potrero fue gracias a su hermano: “Al fútbol me acercó mi hermano que también es ciego y ahí empecé a desarrollar la disciplina del fútbol para ciegos”. Comenzó en la Unión Cordobesa para Ciegos y MEDEA de su provincia. Después de un buen torneo en el 2012, en el 2013 fue citado para comenzar su historia con la Selección.

Murciélagos con mística

Argentina tiene una historia fuerte en un deporte en el que es potencia. Cuatro Copas América, cinco subcampeonatos, tres campeonatos de IBSA y cuatro medallas paralímpicas. Cuando comenzó el recambio, Maxi Espinillo estaba allí, pero le faltaban los grandes títulos. Llegó la Copa América en el 2022, que además fue en Córdoba, su provincia. Ahora, el Mundial. ¿Y qué falta?

Es verdad que en noviembre estarán los Parapanamericanos en Santiago de Chile. Pero el objetivo principal, más después de este logró, será París 2024. Argentina tiene en su haber dos medallas de plata (2004 y 2020) y dos de bronce (2008 y 2016). Pero falta el oro. La última vez, en Tokio, fue 0-1 ante Brasil en la final. Ahora quieren revancha y llevarse todo.