Actualmente un apasionado del futbol puede levantarse el fin de semana y elegir entre ver un partido de la Premier League, la Liga, Bundesliga o Serie A. Esa oferta de opciones permite al aficionado estar más cerca de sus clubes favoritos e ídolos de la élite futbolística. Hace tres décadas no existía tal posibilidad.

Durante los noventa se transmitían partidos de futbol rápido por las mañanas de sábado y domingo. Ya fuera con juegos en vivo o diferidos, Televisa encontró un nicho de espectadores futboleros contagiados de ese fenómeno. En esa época las canchas pequeñas de pasto sintético y muros de contención fueron un boom debido a que se trató de una innovadora forma de jugar.

Equipos como Meave, Perinorte, Shuma, entre otros, jugaban en el Centro Rayo y las narraciones corrían a cargo de Mario Antuña. Uno de los atractivos que atrajo televidentes fueron los cobros de shootout. Esa ejecución, llamada por algunos “penalti en movimiento”, fue replicada del futbol estadounidense.

La escasa adrenalina como pequeño espectador estaba en saber cómo lo ejecutaría el cobrador, si anotaba o fallaba. Había jugadores que aprovechaban ese momento frente al guardameta para driblar, gambetear o efectuar alguna suerte sacada de la chistera. Otros tantos, al escuchar el silbatazo, preferían tirar con fuerza o colocación.

Fue tal el impacto que familiares de jugadores, porras y aficionados en general acudían al Centro Rayo para presenciar los partidos y apoyar a los equipos. Se hizo una costumbre, una tradición semanal que cada vez más captó a más seguidores. 

Pero el sueño terminó en cuanto surgieron compañías de cable que tenían en su catálogo juegos europeos y el futbol rápido dejó de ser moda con la llegada del siglo XXI. Shuma, Perinorte, Meave y otros quedaron como un grato recuerdo del futbol-espectáculo al que Televisa supo sacarle provecho en los noventa.