México ayer mostró que tiene un potencial enorme. Los tres goles de diferencia entre el conjunto azteca y Estados Unidos solamente se explican por fallas en la definición o en los últimos metros de la cancha. Bien pudieron haber más anotaciones.
Cuando los dirigidos por Gerardo Martino se enfrenten a seleccionados de mayor nivel, sus carencias estarán más expuestas. Sin embargo, este proceso se diferencia de otros por su impronta: hay una idea de juego, y matices muy claros en ella. En el MetLife Stadium se volvieron a repetir ciertos movimientos mecanizados.
El juego interior para que los dos extremos jueguen mano a mano con sus marcadores es provechoso. El equipo de Gerardo Martino cuenta con futbolistas de mucha velocidad, precisión y desequilibrio (Hirving Lozano, Jesús Manuel Corona, Uriel Antuna, Roberto Alvarado, Rodolfo Pizarro poseen esas características). La primera y la tercera anotación llegaron por grandes jugadas en las bandas.
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Por otra parte, en la idea rápida e intensa que propone el Tata también es fundamental la recuperación: enseguida hay que formar un bloque de presión alrededor de la pelota y atacar velozmente al rival. Como se supone, esto comprende un alto desgaste físico, pero que rinde sus frutos: una recuperación en la salida de Estados Unidos provocó el tanto de Erick Gutiérrez.
Todavía no sabemos qué postura tomará el argentino cuando se enfrente a rivales capaces de saltear esa línea de presión, que tengan elementos en el mediocampo con mejor manejo de pelota y que hasta traten de imponer un juego parecido al del Tri.
Lo que nos queda claro es que hay una línea de juego a seguir, y eso nos da esperanzas.