El golpazo había sido durísimo. Tal vez el peor que había recibido Marcelo Gallardo en toda su carrera como profesional. Sí, como jugador y también como entrenador.

En Lima, Perú, River había flaqueado tres minutos ante Flamengo y perdido lo que era su quinta Copa Libertadores, un número impensado antes que llegue el Muñeco hace cinco años.

Sin embargo, el Millonario se recuperó a base de buen fútbol. Lo demostró en la Superliga Argentina, aunque justamente llegó a Mendoza con la derrota ante San Lorenzo entre ceja y ceja. Hoy debía demostrarlo en la Copa Argentina.

Ante Central Córdoba, la revelación del torneo y la joya que pule jornada a jornada Gustavo El Sapo Coleoni, River tenía la oportunidad de sumar un nuevo título y cerrar con una sonrisa un segundo semestre agridulce.

La primera clara del partido la tuvo Jonathan Carlos Herrera, pero Franco Armani es arquero de equipo grande y ganó un mano a mano espectacular para salvar sus tres palos. A los minutos llegó la respuesta.

Nacho Scocco pegó una media vuelta sensacional y abrió el marcador para que delire la mitad del Estadio Malvinas Argentina.

En la segunda parte, al delantero le tocó invertir roles: pasó a asistidor, tocó una pared perfecta y fue Nacho Fernández quien cerró el 2-0. La victoria ya estaba más que en el bolsillo.

 

De una jugada colectiva preciosa, Julián Álvarez, uno de los clichés de Gallardo en las finales, empujó abajo del arco el mejor gol que tuvo esta competición.

Hubo partido, mejor dicho, hubo final hasta que River quiso. Tercera Copa Argentina para el Millonario y el título once como director técnico para el Muñeco. Así se merecía cerrar el año el mejor equipo del fútbol argentino.

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