En la previa de los Juegos Olímpicos de Tokio 2020, Yulimar Rojas era una de las grandes estrellas a seguir en el atletismo, que contaba con el vacío que dejó Usain Bolt con su retiro. La venezolana cumplió con las expectativas y le regaló una medalla dorada a su país en salto triple. 

Rojas era apuntada a ganar la competencia luego de su presea de plata en Río 2016 y de sus crecientes marcas en el ciclo olímpico. Los especialistas ya la señalaban como la sucesora de Caterine Ibargüen, que terminó retirándose tras Tokio 2020 como una de las mayores referentes del atletismo latinoamericano. 

En la capital japonesa, la venezolana saltó 15,41 metros en su primer intento, marca que ya la dejaba con el oro prácticamente asegurado. Sin embargo, siguió intentando mejorar en sus siguientes ejecuciones y en la última consiguió el récord mundial, con 15,67 metros, superando en 17 centímetros a la marca de Inessa Kravets de 1995. 

No conforme con ello, Rojas comentó a Reuters cómo continúan sus objetivos: "Mi plan de trabajo para el próximo año es tratar de establecerme sobre los 15 metros, arriba de 15,50 me da estabilidad para alcanzar lo 16 metros. Será fácil, los 16 metros son la aspiración más grande que tengo". 

"Para el próximo año planeo entrenar un poco más y dejar que los resultados hablen por sí mismos", explicó la campeona olímpica que viene de ganar la Diamond League de Zurich por primera vez en su carrera, justo antes de haber vuelto a Venezuela, en donde la recibieron con mucha euforia.