Ganar o perder. Obtener una medalla de oro o una de plata o bronce. Gran parte de la gloria eterna que significa alzarse con una presea en un Juego Olímpico puede estar determinada por una milésima de segundo. Centésimas en otros casos.

En todos los casos, la evolución tecnológica ayuda desde siempre a que un atleta se suba a lo más alto del podio. Antes, de manera manual. Hace varios ciclos olímpicos, de acuerdo a cómo mejoran los sistemas de tomas de tiempo.

Desde 1932, los Juegos Olímpicos de Los Ángeles marcan un antes y un después porque en Estados Unidos empezó a modernizarse al compás de las competencias. Fue la primera vez que se colocaron los podios para dar relevancia a quienes quedaban primeros, segundos y terceros. Asimismo se reforzó la presencia de jueces en casi todas las disciplinas. Pero, lo más importante, se profesionalizó la medición de las distintas pruebas.

Así fue la evolución del cronometraje:

1932:

Se utilizaron 30 cronógrafos (hoy cronómetros) de alta precisión, todos certificados por el Observatorio de Neuchâtel. La empresa suiza Omega ganó la licitación del Comité Olímpico Internacional (COI) gracias al certificado de precisión que poseían sus cronógrafos. Los resultados oficiales fueron registrados en décimas y quintos de segundos.

 

1936:

Para los Juegos Olímpicos de Berlín, 185 cronógrafos fueron llevados desde Bienne a la capital alemana Allí, el legendario Jesse Owens ganó cuatro medallas de oro.

1948:

Se utilizaron por primera vez células fotoeléctricas en los Juegos Olímpicos de Invierno en St. Moritz (Suiza) a partir de móviles, independientes de la red eléctrica, impermeables, que podían resistir grandes variaciones de temperatura. Su tecnología infrarroja era insensible a las llamadas reflexiones parasitarias del sol y de los flashes. Por primera vez, el sistema de cronometraje fue activado automáticamente con la apertura del portón de salida.

1952:

La British Race Finish Recording desarrolló, en 1949, la primera cámara photofinish, bautizada en ese momento como “Magic Eye”. Estaba dotada de un sistema de visualización continuo y una velocidad de registro que podía ser modulada en función de los diferentes deportes. Este aparato funcionaba conjuntamente con el sistema de cronometraje que se usó en Helsinski 1952. La era del cuarzo y la electrónica había llegado, sobre todo con la aparición de dispositivos móviles e independiente de la red eléctrica, que imprimía los resultados en una bobina de papel. A partir de allí, los tiempos oficiales se registrarían con una precisión de una centésima de segundo.

1956:

En los Juegos Olímpicos de Invierno de ese año en Cortina d’Ampezzo, Italia, se utilizaron por primera vez los portones de salida en las competiciones de esquí alpino. El tiempo de salida se accionaba automáticamente por una señal acústica-luminosa (roja, amarilla y verde). La innovación más importante fue utilizada en la piscina de Melbourne durante los Juegos de Verano: el Swim Eight-O-Matic, el primer cronómetro semiautomático desarrollado para las competiciones de natación. Con su visualización digital, permitió a los cronometradores establecer la clasificación de nadadores que terminaban prácticamente al mismo tiempo.

1964:

Inventado tres años antes, el Omegascope revoluciona el cronometraje introduciendo el concepto de “tiempo real” en las transmisiones deportivas televisadas sobreponiendo números luminosos en la parte inferior de la pantalla. Esta nueva tecnología, que no dejaba ningún margen al error ya que era vista por millones de telespectadores, fue utilizada en los Juegos de Invierno de Innsbruck (Austria), los primeros Juegos Olímpicos completamente cronometrados electrónicamente.

Los jueces, al pie de la pileta

Los jueces, al pie de la pileta

1968:

Hace su aparición el cronometraje integrado que fue introducido en los Juegos de Grenoble y México, en donde el cronometraje electrónico y automático fue utilizado por primera vez, proporcionando análisis estadísticos. La aparición del Photoprinter permitió una transmisión de resultados más rápida. Pero el avance tecnológico más trascendente fue la introducción de las “touch pads” que habían sido inventados ocho años antes tras una controvertida decisión en los Juegos de 1960 en Roma. Los “touch pads” permitían a los nadadores parar el cronómetro con sus propias manos, prescindiendo así de los cronometradores en el borde de la piscina.

1972:

Múnich fue testigo de la controversia provocada por la primera y única medalla de oro ganada en una piscina sobre la base del cronometraje a la milésima de segundo que obligó a un cambio en la reglas. En los 400 metros estilos, el sueco Gunnar Larsson, doble campeón europeo y el estadounidense Tim McKee, cubrieron la distancia en 4:31.98. Larsson fue oficialmente declarado vencedor gracias a su tiempo de 4:31.981 contra 4:31.983. Esta polémica cambió las reglas algunos días después y desde entonces los tiempos se miden por centésimas de segundo.

1980:

El Game-O-Matic, que calculaba y visualizaba la clasificación de los atletas en el momento en que  pasaban la línea de llegada, fue utilizado por primera vez en los Juegos Olímpicos de Invierno de Lake Placid. En los Juegos de Moscú, la nueva versión del Swim-O-Matic presenta las dimensiones de un maletín y sólo pesa 1,2 kg, comparado con los 150 kg de su colosal predecesor de 1976.

Jueces evaluando para determinar quién gana.

Jueces evaluando para determinar quién gana.

1984:

Los Juegos Olímpicos de Los Ángeles fueron los primeros en ofrecer imágenes photofinish a color. Sus reproducciones impresas, firmadas por los atletas, eran altamente apreciadas. Este mismo año se introducen también detectores de salidas en falso en las competiciones olímpicas. La precisión del cronometraje permitió, por primera vez en la historia de la natación olímpica, atribuir dos medallas de oro en una misma carrera: en los 100 metros estilo libre, las estadounidenses Carrie Steinseifer y Nancy Hogshead terminaron en 55,92 segundos.

1988:

Gracias al cronometraje informatizado, Calgary y Seúl fueron los primeros Juegos Olímpicos en los que los resultados y análisis fueron conservados para la posteridad en bases de datos. En Seúl, los paneles Video Matrix mostraron por primera vez las imágenes en color.

1992:

En los Juegos Olímpicos de Invierno de Albertville (Francia), los velocistas sobre hielo fueron los primeros en beneficiarse por el Scan-O-Vision, un sistema que permitió medir de forma digital el tiempo con una precisión de una milésima de segundo en la línea de llegada. Este sistema fotografía el tiempo combinándolo con una imagen continua para constituir un solo documento.

1996:

En los Juegos Olímpicos de Verano de Atlanta se introdujo el primer cronometraje olímpico “global” que ofrecía para cada deporte y para cada disciplina una trilogía del comprobación: el cronometraje como tal, el procesamiento de datos y el anuncio de los resultados. Heredero del Omegascope (1961) y del cronometraje integrado (Juegos Olímpicos de 1968 en México), este sistema global representa nada menos que la tercera revolución en el cronometraje moderno. Las regatas de vela que se llevaron a cabo en Savannah pusieron en evidencia las ventajas del sistema GPS (Global Positioning System). En atletismo, las aceleraciones y las velocidades medidas en los sprints permitieron establecer que el campeón olímpico de los 100 metros, Donovan Bailey, fue el último en lanzarse del área de salida, pero ganó la carrera gracias a una aceleración superior a la de sus adversarios que le permitió ser el más rápido en la línea de llegada.

2000:

Se introdujo el Live Timing. Menos de 15 segundos después de que el nadador tocara la “touch pad”, los tiempos intermedios, la clasificación y las informaciones extraídas de los archivos estaban a disposición del mundo entero para ser consultadas y descargadas en Internet.

2008:

En Pekín, entre las muchas innovaciones en el universo del cronometraje deportivo, hubo cámaras de alta velocidad junto con nuevos sistemas de cronometraje, marcación y salidas en falso. Se utilizaron también sistemas de GPS y BIB Transponders. Esta edición de los Juegos permanecerá en la memoria por los 100 metros mariposa cuando Michael Phelps derrotó al medallista de plata por una centésima de segundo (el margen posible más exiguo en natación). El resultado fue discutido inicialmente, pero la cámara de video de alta velocidad confirmó que el resultado registrado por el sistema de cronometraje electrónico era absolutamente exacto.

2010:

Lo que más destacó en el equipo de cronometraje deportivo en Vancouver fue el nuevo sistema de salida electrónico. Una de las imágenes más constantes de la historia olímpica es la pistola de salida, reminiscencia de las pistolas de los vaqueros. En los Juegos Olímpicos y Paralímpicos de Invierno, la pistola fue reemplazada por un instrumento con líneas estilizadas y futuristas, compuesto de un flash y de un generador de sonido. Una presión sobre el disparador genera tres acciones simultáneas: se escucha un sonido, se emite un flash luminoso y se acciona el cronometraje. Si se presiona nuevamente el disparador en los dos segundos siguientes, la señal de salida en falso resuena.

2012:

La redefinición es mínima pero impone tecnologías de última generación para la toma de tiempos y convierte al cronometraje en una verdadera ciencia imprescindible para determinar los ganadores de cada deporte que requiera esa precisión.

2020:

En Tokio 2020, las nuevas tecnologías estarán dadas en la detección de movimiento para la medición de los datos en tiempo real.