Zlatan Ibrahimovic había pedido un estadio colmado y amenazó con no jugar si eso no sucedía. Los hinchas del Milan, eufóricos, respondieron al requerimiento del ídolo, a quien ven como el único futbolista capaz de torcer la mala actualidad que tiene al equipo en la duodécima posición de la Serie A.
Pasaron poco más de siete años desde que el gigante sueco dejó el club, con un título de Serie A y otro de Supercopa de Italia en sus vitrinas. Y este lunes, cuando volvió a saltar al terreno de juego, San Siro volvió a rugir.
Habiéndose cerrado su arribo sobre el final de la semana pasada, el entrenador Stefano Pioli decidió que Zlatan cmenzara el partido ante Sampdoria en el banco de suplentes. El goleador, sabiendo que todavía le falta para ponerse a punto desde lo físico, estuvo de acuerdo con la decisión.
Para Milan, que apenas suma 21 puntos en los 17 partidos que disputó en la Serie A, urge comenzar a acumular victorias que le permitan acercarse a la zona de clasificación a las competiciones europeas de la próxima temporada.
Zlatan sabe que tiene por delante un durísimo desafío a sus 38 años, cuando parecía que había elegido la MLS en su anterior experiencia porque ya no quería lidiar con las presiones del fútbol de alta competencia.
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Aceptó el reto y redobló la apuesta, desafiando nada menos que a la máxima estrella que tiene la Serie A: “Elegí el 21 porque soy tres veces mejor que Cristiano Ronaldo”, dijo fiel a su estilo durante su presentación.