Lo que iba a ser una fiesta, apenas se asemejó a un cortejo de momento, de ocasión. Como si una esperada celebración en preparación se suspende a poco de realizarse. En 1973, Colombia presentó ante la FIFA su candidatura oficial para albergar la Copa del Mundo de 1986. Ese mismo año, el país sudamericano recibió la visita de la comisión del ente máximo del fútbol mundial para serse orarse de que un Mundial allí era plausible y no una quimera.

Además, existía una gran relación entre el dirigente deportivo y empresario colombiano Alfonso Senior Quevedo (presidente de la Federación Colombiana de Fútbol -FCF- de 1964 a 1971 y de 1975 a 1982) y el por entonces presidente de la FIFA, sir Stanley Rous. Un vínculo que funcionó como tabique positivo para la ejecución real de las obras de infraestructura que un Mundial requería.

Por ello, el 9 de junio de 1974, Colombia entró en un estado de éxtasis total. Ya con Joao Havelange como presidente de la FIFA, Colombia aseguró su candidatura. La confirmación había llegado. Había incluso quienes ya sabían hacía bastante tiempo la buena nueva: Alfonso Senior Quevedo. Los cafeteros habían sido elegidos como sede para organizar el Mundial de 1986 y debían poner manos a la obra para tener sus sedes a la orden un Mundial de fútbol.

Esta iba a ser la quinta oportunidad para Sudamérica (Uruguay 1930, Brasil 1950, Chile 1962 y Argentina 1978) como sede mundialista y la FIFA exigía 12 estadios con capacidad para 40.000 espectadores para la primera ronda, cuatro con 60.000 de capacidad para la segunda ronda y dos de 80.000 para los partidos finales.

Asimismo, exigía una torre de comunicación en Bogotá, que se congelaran las tarifas hoteleras y que pudieran circular distintas divisas en el país durante el campeonato. Y, como si fuera poco, una red de carreteras y ferrocarriles para poder comunicar a todas las sedes donde se jugaría la Copa. De por sí, una petición que los expertos de la época afirmaron como imposible de cumplir dada la geografía de Colombia con sus montañas con ascensos y descensos complejos. Colombia presentó ante el ente cinco estadios repartidos en cinco ciudades distintas y la intención era hacerles varias modificaciones para aggiornarlos para la ocasión. Se pensó un camino largo que les evitara contratiempos.

Uno de esas cinco sedes iba a ser el Estadio Metropolitano de Barranquilla, que recién comenzó a construirse el 7 de diciembre de 1979. Pero las exigencias eran muy grandes y ni siquiera al día de hoy Colombia cuenta con esas sedes solicitadas para 1986. Incluso, durante el Mundial de España 1982 comenzaron las dudas respecto a la candidatura colombiana. Por caso, el álbum del Mundial 1982 en su contratapa tenía una inscripción que decía: “Apoyamos el Mundial Colombia 86”.

El país, aún a las sombras ya tenía in doble comando impuesto por el narcotráfico que todavía no tenía los ojos y las fauces de la DEA sobre sus espaldas: los barones de Cali, a cargo del sigiloso Cartel de Cali, y los estridentes hombres de Medellín, con Pablo Emilio Escobar Gaviria a cargo del Cartel de Medellín. En el medio, una clase política con familias ricas y el pueblo que terciaba por sobrevivir en un país que ya empezaba a desangrarse en una feroz guerra en la que la cocaína dividía a una sociedad fragmentada y con sus manos llenas de sangre.     

Tras varias idas y vueltas, el 25 de octubre de 1982, el presidente colombiano Belisario Betancur Cuartas anunció la renuncia de su país para organizar el torneo de fútbol más importante y trascendente del mundo. La excusa fueron las “extravagantes peticiones y demandas” de la FIFA, dignas de una divina deidad más que de una entidad que rige la organización del deporte más convocante del mundo. Cuatro días antes del anuncio, Gabriel García Márquez había ganado el Premio Nobel de Literatura. La lectura que había realizado Bentancur y su círculo les indicaba que lo del Nobel ayudaría a tapar la cancelación del Mundial en Colombia.

Ante esa situación, la FIFA operó rápidamente y casi que le echó encima el Mundial a México. Los aztecas se hicieron cargo y hasta soportaron un año antes de su Mundial un terrible terremoto que dejó destrucción en la ciudad y miles de heridos y muertos. Con esa negativa, hasta hoy, Colombia es el único país que renunció a ser sede de una Copa del Mundo cuando ya había sido anunciado como realizador. Lo que vino después es tierra firme y conocida. Los colombianos no lograron clasificarse a México 1986 y la Argentina gracias a la magia de Diego Armando Maradona, entre sus varias genialidades como su mano de Dios y su corrida memorable para dejar tanto inglés en el camino, abrió el camino al segundo título del mundo albiceleste.