En este caso fue Jaime Munguía el que dio positivo en un control doping, pero la realidad es podría haber sido cualquiera. El mexicano fue encontrado culpable de haber aumentado de manera ilícita y artificial el nivel de testosterona en su última pelea ante Bruno Surace y el escándalo se desató. Se dice por ahí que se está crucificando al mexicano o que se lo está criticando por demás, pero no puede hablar de menos cuando se trata de alguien que está siendo acusado de romper las reglas, lo que mantiene al deporte ordenado y lo más justo posible.

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Resulta interesante para todos la vida de los deportistas de élite. Talento, viajes, competencias, dinero, fama, compromisos, cansancio. Son muchas las situaciones que suceden detrás del telón y que nunca, o muy pocas veces, salen a la luz. No es justo decir que los atletas tienen una vida fácil por el mero hecho de ser exitosos, pero eso tampoco quita la posibilidad de criticarlos, porque una de las características que tiene la vida que eligieron es que toma carácter público.
Ya de por sí, el boxeo es uno de los deportes más peligrosos que existe, entonces imaginemos si a la potencia que tienen en los puños estos profesionales se les suma un extra producido por una sustancia ajena al organismo, lo riesgoso que puede resultar esto para el otro competidor. Si hay algo que no es un juego es el pugilismo, por lo que el respeto por las reglas tiene que ser muy claro.
Por otro lado, para hacer hincapié específico en el caso de Munguía, hay que ser claros. Sería más lógico que Jaime se centrara en su nivel deportivo y en ser autocrítico. Obtuvo la pelea con Canelo a mitad del año pasado en un buen momento de su carrera, pero lejos de ser una estrella, todo en él es una promesa que por ahora no se ha terminado de cumplir. En diciembre fue noqueado por Surace en Tijuana y lo que se esperaba en mayo era que demostrara un nivel interesante ante un rival que siempre partió como uno de relleno de menor tenor. En ningún momento el mexicano pudo lucir y, por el contrario, dejó más dudas que certeza sobre su rendimiento.

Jaime Munguía dio doping positivo tras su pelea ante Bruno Surace en Arabia Saudita. (GETTY IMAGES)
Resulta indignante ver como los boxeadores deciden aumentar su nivel de manera artificial, porque no se creen capaces de ganar de manera limpia y demostrando que son estrellas listas para vencer a quien esté enfrente. Hasta el 8 de junio hay tiempo para que se conozca el nuevo resultado del análisis que buscará confirmar o desechar la culpabilidad de Munguía, pero de cualquiera manera el deporte se ha vuelto a ensuciar una vez más.
Por estos días, algunas de las críticas más fuertes están cayendo sobre Canelo Álvarez por ser quien dio el visto bueno final para que Munguía se incorporara a su equipo y de Eddy Reynoso, el histórico entrenador que estaba trabajando con el tijuanense. En el caso del coach, lo que se le reprocha es que no se puede hacer el desentendido, porque es quien conoce al detalle el cuerpo de su peleador para poder explotar al máximo los puntos fuertes y corregir lo más posibles aquellas situaciones más complicadas.

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Todo el equipo es consciente del estado de un competidor y el que diga lo contrario simplemente está queriendo cuidar su imagen y nadie va a juzgar esta decisión. Cuando se está hundiendo el barco se salva el que puede y es una situación límite, pero no se puede tapar el sol con dedo y sería más lógico reconocer cuando existe un error y se hacen las cosas mal. No todo vale en el boxeo con tal de conseguir la victoria, por lo que aquellos que busquen una alternativa en la ilegalidad deben ser expuestos al mismo nivel que los mejores campeones del mundo.





