La tensión en medio de los partidos profesionales de tenis son cada vez más frecuentes. Iracundos. Irascibles. Tensos. Así aparecen varios jugadores del circuito profesional. Y Roland Garros no escapa a esta lógica en la que ganar pareciera lo único e imprescindible. Si el martes fue el ruso Andrey Rublev quien tuvo un momento de profunda furia, este jueves fue el turno de la rumana Irina-Camelia Begu. Actual 63 del ranking mundial, su partido ante la rusa Ekaterina Alexandrova no estaba sencillo. De hecho, la rumana venía abajo en el marcador en el tercer set (7-6, 3-6 y 2-0) cuando, frustrada, entró en cólera y al arrimarse a su banco para cambiar la raqueta hizo picar la que tenía en sus manos que su herramienta de trabajo rebotó, se levantó, voló e impactó en un chico que estaba sentado en una de los primeros asientos del court 13 de Roland Garros. Acto seguido, el chico empezó a llorar hasta que sus madres lograron serenarlo.

En ese incómodo contexto, el juez del partido bajó de la silla para corroborar lo que había sucedido con el niño y decidió advertir al supervisor suyo para que tomara la última decisión. La rumana, finalmente, sólo recibió un code violation o warning (advertencia) y pudo continuar jugando el partido que, finalmente, la tuvo como vencedora 6-7, 6-3 y 6-4 para avanzar a la tercera ronda, donde se medirá con la francesa Leolia Jeanjean, que se impuso a la checa Karolina Pliskova, octava favorita.

Al finalizar el match, la rumana se acercó al lugar donde aún seguían el chico con sus padres para disculparse y, entre sonrisas, se tomó una foto. Y en conferencia de prensa quiso cerrar el asunto con una declaración. “Me gustaría disculparme por este incidente. Nunca en mi carrera hice algo así. Fue un momento embarazoso. Lancé la raqueta contra el suelo y no pensé que fuera a rebotar de esa manera. Repito, lo siento y no quiero hablar más de ello”, dijo Begu.

Si bien tanto la ATP como la WTA ya se manifestaron abiertamente preocupadas por la repetición de hechos de indisciplina y, por ello, realizaron sanciones económicas, aún se espera mayor severidad en los castigos para intentar frenar una costumbre que ya no es nueva y se viene naturalizando como un hábito al que los jugadores acuden cuando se sienten atrapados en telarañas mentales cuando su juego no fluye. A contrapelo de algunos, Rafael Nadal reclamó sanciones más fuertes contra este tipo de repudiables actitudes en la cancha. “En el deporte tenemos que ser un ejemplo positivo especialmente para los niños”, dijo el mallorquín para demostrar, una vez más, por qué es un número 1 dentro y fuera de la cancha.